Hablamos con Javier Anadón, propietario del grupo Mambo. | Marcelo Sastre

Javier Anadón (Sangüesa, 1953) aterrizó en Ibiza en 1977 para trabajar de camarero. Se adentró en el mundo empresarial adquiriendo el bar Bucanero y cumplió su sueño con la compra del Café Mambo en 1994. Asegura que el éxito también llega por la «buena suerte» y que supo estar en «el momento justo, en el sitio adecuado». A partir de entonces, el grupo Mambo fue creciendo y actualmente cuenta con 20 establecimientos en la isla, entre bares, restaurantes, hoteles y tiendas. Sus hijos, Christian y Alan, conocidos como Mambo Brothers, siguen ahora la estela de su padre.

Llegó muy joven a la isla, ¿cómo surgió la idea de abrir el Mambo?

—Llevaba ya 15 años en la isla y tenía un bar inglés que se llamaba Bucanero, pero era un enamorado del Café del Mar y de esta parte de Sant Antoni. En 1994 me recomendaron comprar este bar y desde entonces me ha ido muy bien.

¿Qué le hizo venir a Ibiza en un primer momento?

—Estudié Comercio en Pamplona y cada año para sacarme un poco de dinero iba por Marbella, Lloret de Mar o Benidorm. Allí conocí a mi mujer y dijimos de ir a Ibiza, que tenía fama de hippy y era muy especial. Vinimos y desde el primer día nos enamoramos de la isla.

¿Cómo fueron los inicios del Mambo?

—El primer año ya pude pagar la inversión y creo que es buena suerte. Los negocios es estar en el momento justo y en el sitio adecuado, y yo estuve.

¿Cuál es la fórmula para que funcione?

—Sobre todo, es dar buena música. Ya tenemos la puesta de sol más famosa del mundo, sobre todo, gracias al Café del Mar. También tratar bien a la gente y los navarros siempre tratamos bien a la gente.

¿Por qué el nombre de Mambo?

—En el año 1994 estaba buscando un nombre y tenía unos 40 en mente hasta que alguien me dijo «Mambo» y lo cogí a la primera. Mambo es un baile cubano que estuvo de moda en los años 50 y desde el principio tuve la suerte de que funcionara.

Cuando era joven, ¿imaginaba que llegaría a tener este grupo empresarial en Ibiza?

—Uno siempre sueña y los navarros soñamos mucho, pero nunca pensé que me iba a ir tan bien. Por eso, siempre digo que Ibiza me ha dado todo. Para mí es la isla más bonita del mundo, pese a quién pese, y pese a lo que diga la gente.

También siempre ha defendido mucho Sant Antoni. ¿Cuál es su atractivo?

—Sant Antoni tiene la costa más bonita que he visto nunca. Desde el pueblo hasta Sant Miquel es impresionante. Lo que pasa es que a veces no hacemos el marketing que deberíamos hacer, pero es súper bonito. En los años 60, Sant Antoni ya estaba en la cumbre del mundo. No solo es ahora, sino siempre.

El primero fue el Café Mambo, pero su aventura como empresario continuó con otros negocios. ¿Cómo ha ido creciendo el grupo Mambo?

— Como el Mambo nos iba muy bien, empezamos a comprar otros bares, pubs escoceses e irlandeses, restaurantes, hoteles... Gracias al Mambo pude ir comprando cosas y por eso creo que la suerte existe. Llegué aquí hasta la puesta de sol y la supe aprovechar.

¿Cuántos establecimientos forman parte del grupo?

—Ahora tenemos unos 20 locales y además de bares y restaurantes, tenemos una peluquería, tiendas, alquiler de barcos y hoteles.

¿Y cuántos trabajadores tienen?

—Actualmente tenemos unos 400 trabajadores en temporada.

¿El grupo Mambo trabaja de forma exclusiva en Ibiza o también tiene negocios fuera de la isla?

—Tenemos opciones de coger varias cosas fuera pero lo difícil es encontrar la persona que te lo pueda llevar. Es el mayor drama que tenemos en la hostelería: buscar gente que tenga la pasión de llevar los sitios.

De todos estos establecimientos, ¿tiene alguno al que le tenga especial cariño?

—La familia tiene un cariño especial al Hostal la Torre porque es un sitio muy especial, donde se ve la puesta de sol, y representa lo que creo que debe ser Ibiza, como era en los años 60: un poco bohemia, hippy y para todo tipo de gente.

¿Cuándo lo adquirieron?

—Lo cogimos hace tres años y desde el primer día ha trabajado muy bien, va gente muy buena y lo tenemos abierto todo el año.

Tienen otros pequeños hoteles que van reformando.

—A los turistas hay que tratarlos como reyes, como antes se trataba al turista. No hay que hablar mal del turista, tenemos el turista que tenemos y hay que cuidarlo y mimarlo. Nuestro grupo lo mima y nos va muy bien. Ese es el truco: mimar al cliente.

¿Cuál cree que es el secreto del éxito del grupo?

—Creo que el éxito es creer en lo que haces, trabajar muchas horas, tener mucha pasión y un poco de suerte. Hay que trabajar mucho, pero la suerte también existe.

En esta larga trayectoria empresarial, ¿también han pasado por dificultades?

—Siempre hay dificultades, pero si me pongo a pensar a los últimos 35 años de empresario veo un 98% de momentos buenos y un 2% de momentos regulares. No me puedo quejar.

¿Cuál cree que han sido las mejores épocas?

—Las mejores épocas son los comienzos. Ahora se gana más dinero, pero al principio las cosas son más auténticas y luego se hacen más comerciales. Ahora también estamos en una buena época y hay que ser conscientes de que ha habido buenas épocas, pero hay que mirar el futuro. Ibiza es la isla más especial del mundo y con más magia.

Lleva muchos años en esta zona de Sant Antoni. ¿Cómo ha cambiado con los años?

—Ahora viene diez veces más gente que cuando llegué. Al principio entre el Café del Mar, el Mambo y el Catalina venían aquí unas 800 personas y ahora vienen alrededor de 15.000 personas cada día. Hay una palabra inglesa que lo definía como muy cool, con música muy especial. Ahora es más comercial, pero sigue viniendo muy buena gente. Vamos a tocar madera, pero aquí nunca hay peleas ni problemas. Es una zona muy famosa mundialmente por la puesta de sol y es lo que queda. Cada turista que viene a Ibiza, viene a ver la puesta de sol y esto es suerte.

¿Qué significa para usted una puesta de sol?

—Yo que he visto veinte mil puestas de sol en mi vida, aún veo cada una especial. Desaparece el sol y cada día aún me sorprende. Es una de las cosas más bonitas del mundo y se puede disfrutar de forma gratuita y con buena música. La gente aquí se emociona.

¿Cuál cree que es la música ideal para ver una puesta de sol?

—Me gustan mucho los soundtraks de películas, Pink Floyd, Vangelis o Morricone. Son para mí los más grandes.

¿Ha cambiado mucho Sant Antoni desde que llegó?

—Ha cambiado bastante, pero todos tenemos un poco de culpa por lo bueno y por lo malo. En los últimos años, Sant Antoni está cambiando a mejor, los hoteleros estamos apostando y hay gente joven que lo quiere hacer mejor. Hay políticos buenos y malos, pero hoy en día creo que hay mucha gente que quiere hacer un cambio total en Sant Antoni. El futuro de Sant Antoni yo lo veo de color rosa, totalmente.

Sus dos hijos están siguiendo sus pasos. ¿Está orgulloso de que el negocio tenga una continuidad generacional?

—Sí, mis hijos son muy buena gente, me han salido muy simpáticos y entienden el negocio porque han trabajado desde los 13 años. Han estado lavando vasos, han trabajado en la cocina, son buenos relaciones públicas de la marca y creo que me han salido con carisma. Además son ibicencos de pro, quieren a Ibiza y allá donde van, porque viajan por todo el mundo, siempre dicen que son ibicencos.

Han creado la marca Mambo Brothers, ¿está funcionando bien?

— Con Mambo Brothers y Mamboland hacemos giras y tenemos alrededor de 140 fiestas alrededor de todo el mundo, sobre todo, poniendo el nombre de Ibiza. Ibiza está de moda, el mundo nos trata de invitar y hay que aprovecharlo.

¿Cree que Mambo está colaborando para dar una buena imagen de Ibiza en el exterior?

—Totalmente, porque tocamos países desde Dubai, Bali o Inglaterra y damos buenas vibraciones como la canción ‘Good Vibration’. Mamboland da buenas vibraciones que es lo que hace falta en la isla.

¿Tienen ahora algún proyecto de futuro en mente?

—Queremos hacer algo en Londres y también queremos meternos más en el sector hotelero. Son muy caros, pero nuestra idea es ir comprando hoteles poco a poco.

¿Qué hará cuando se jubile después de tanta actividad?

—De momento, veo mi momento de jubilación con 94 años (risas). ¿Qué haría sin trabajar? A mí me encanta lo que hago, crear nuevos bares y hablar con la gente. Soy una persona callejera. Me encanta hablar con la gente, es mi pasión.

¿Cree que sabría desconectar?

—Imposible, no me veo retirado nunca. Vengo muchas tardes aquí y hay diez o quince personas que conozco, me siento con ellos, me tomo algo y hablo de todo un poco.

¿Tiene alguna anécdota que recuerde en especial?

—Tengo mil historias. Tengo grandes dj’s que son amigos y quiero escribir dos libros: ‘Me and my managers’ con humor y otro que se llame ‘One for the road’. Tengo un amigo inglés que una noche no me dejaba irme a casa y me decía uno más («one for the road») y esa noche acabamos tomando 30 tequilas. Quiero escribir un libro de memorias de Ibiza y anécdotas simpáticas con este nombre.

¿Ha llegado a conocer a mucha gente? ¿También a famosos?

—He hecho cientos de amigos. Puedo presumir de tener muchos amigos por todo el mundo, sobre todo en Australia e Inglaterra. Han pasado por aquí muchos famosos, como Ronaldo (Nazario), que es una persona maravillosa, o actores como Robert de Niro, que estuvo aquí el otro día tomando copas. Todo el mundo ha venido o viene al Mambo, pero no nos gusta publicarlo porque a la gente famosa hay que cuidarla y no exponerla mucho. Que vengan y se sientan a gusto, que es lo que se ha hecho siempre en Ibiza.

¿Volvería a ser empresario?

—Sí, porque creo que crear puestos de trabajar y trabajar de lo que le gusta a uno es la hostia.