Los combativos activistas de Prou! han conseguido su objetivo: las playas vuelven a ser suyas | MARCELO SASTRE

Hay que felicitar a los cuatro elementos que a base de hacer tortillas en algunas playas de Ibiza, han logrado fastidiar a muchos más y lo que es peor, han hecho creer a algunos políticos que sus neuras son las de todos.

Así gracias a ellos, muchas playas han estado sin servicio de hamacas ni sombrillas todo el mes de junio, porque lo de la demora en la adjudicación de los lotes no se lo traga nadie. Quince o veinte personas, treinta a lo sumo, en su mayoría funcionarios, todos embebidos de una turismofobia rampante, han logrado tener durante todo el mes de junio a muchos trabajadores en el paro y sin cotizar.

Los hamaqueros antes de que Prou! montase sus llamativas performances -estas sí, sin permiso ninguno- trabajaban desde principios de junio. Gracias a que había tumbonas y parasoles, había gente en las playas y también en los locales aledaños. Bares, restaurantes, chiringuitos y quioscos se veían beneficiados, del mismo modo que se han visto severamente perjudicados por su ausencia.

Los turistas normalmente no se tumban sobre un pareo en la arena caliente. Desde luego la gente mayor, no lo hace, porque si lo intenta, ya no se levanta. Pero a los de Prou! les da absolutamente igual, porque ellos tienen su sueldo de docentes asegurado y no calculan ni les importa de dónde sale el dinero para pagarles.

Los que más se benefician del modelo productivo balear, son los que más descontentos se muestran. No vivimos del turismo, dicen, sino que malvivimos del turismo. Pobrecitos.

Turismofobia rampante

Algunos políticos se lo han tragado. El Ayuntamiento de Sant Josep en un lugar destacado. Ya tenemos las playas medio vacías y silentes, sin música. Así los de Prou! este año ya no montan sus escenitas comiendo tortilla payesa. Este año ya no tienen hambre, fíjate.

Ahora peligran los puestos de trabajo de aquellos establecimientos que están en el punto de mira de los radicales turismofóbicos y de los políticos que han asumido tan peligrosa filosofía. Los turistas no vienen a Ibiza para estar en un monasterio o en un convento. Lo que se persigue con las limitaciones musicales es que los turistas dejen de venir, y ya lo están haciendo.

A los políticos les da igual, porque ellos cobran lo mismo pase lo que pase. Y a los de Prou! Pero a quienes viven del turismo no ha de darles lo mismo. Ni a los músicos que tocan en las terrazas de Sant Josep, que ven peligrar su sustento por la turismofobia de cuatro tortilleros. Si querían hacer de Sant Josep y de Ibiza entera un desierto, pronto habrá que felicitarles, porque su objetivo está próximo.

Ecotasa

Ahora que ha quedado claro que el único objetivo del impuesto sobre las pernoctaciones fuera de casa, que pagan los turistas y también los residentes, era hacer que vinieran menos visitantes, no importa seguir fingiendo. Caretas fuera. Lo que se recaude con la ecotasa, se destinará a vivienda social de alquiler. ¿Qué tiene que ver eso con la preservación medioambiental? Absolutamente nada. Los ecologistas del GEN-GOB están que trinan, con razón. Tampoco nada tiene que ver con el medioambiente la escuela de hostelería, ni la interconexión de las desaladoras, y aquí estamos.

No deja de ser paradójico que se destinen recursos públicos tan necesarios para tantas cosas, a construir vivienda social. Abel Matutes se ofreció a hacerlas en sus terrenos de Playa d’en Bossa y nuestros políticos las despreciaron, como si no hicieran falta. Y ahora resulta que pillarán el dinero de la ecotasa para hacer lo que Matutes -y tanto s otros empresarios- harían si se les dejara. Como si nos sobrara el dinero.

Feliz domingo.