El barco remolcador surcaba el mar con los restos del yate Harmonya ayer por la tarde.

Es Caló d’es Moro luce otra vez libre de los esqueletos calcinados de las dos embarcaciones que ardieron el pasado 16 de julio y acabaron varados en la arena de la cala. Dos semanas han pasado hundidos en la arena de la costa los cascos del velero y del yate, impidiendo el baño a residentes y turistas y provocando pérdidas a los negocios de la zona. Se espera que la playa se abra al baño el miércoles o el jueves si el agua es apta conforme a los análisis que se realizarán mañana.

Los trabajos se inciaron en torno a las 8:00 horas. Operarios del ayuntamiento de Sant Antoni y del servicio de Emergencias del Govern Balear, trabajaron durante todo el día junto a trabajadores de empresas especializadas, para lograr retirar las dos naves. Decenas de curiosos pululaban por los alrededores, yendo y viniendo, sentados a la sombra o apoyados en las vallas que hacían de perímetro para evitar el acceso a la zona.
Los restos del velero se amarraron y engancharon a una excavadora. El vehículo fue poco a poco tirando de la embarcación. Los operarios iban cambiando de posición las cuerdas para poder sacar el barco de una sola pieza y facilitar su retirada. Una vez que el casco estuvo libre, un camión grúa con un brazo extensible de 17 metros lo alzó y lo metió en un remolque donde se hizo pedazos para poder trasladarlo. Eso sucedía en torno a las 13:30 horas.

Mientras tanto, y al mismo tiempo que se habían realizado los trabajos de retirada del velero, los operarios de la empresa Ardentia Marine trabajaban en torno y dentro del casco quemado del Harmonya.

Tras un primer intento fallido para sacar el yate de la arena a media mañana, los trabajadores de la empresa iniciaron las labores para vaciarlo de agua para reducir su peso.

Sobre las 18:30 se inició la segunda intentona para tirar de él. Los esfuerzos del remolcador se prolongaron hasta las 19:15, cuando poco a poco el casco metálico se fue arrastrando por la arena hasta que, por fin, salio a flote.

Los curiosos que observaban desde el paseo rompieron en aplausos y vítores como si de la puesta de sol se tratase.

Pérdidas económicas

Ahora quedará hacer cuentas de las consecuencias que ha provocado este incidente en los negocios de los alrededores de la cala.

Yuval, propietario de la heladería Milú, todavía agradecía que el incidente no hubiera tenido peores consecuencias. «Imagina que habría pasado si explota o cae todo el fuel que extrajeron al mar», contaba poniéndose en lo peor.

Indicaba que las mañanas habían quedado «anuladas» estos días a nivel de negocio. La caída de beneficios ha sido de en torno al 30% diario “así a ojo”.

Además del problema económico valoraba el perjuicio que ha significado para los vecinos que no podían disfrutar del baño estos días, «sobre todo mucha gente mayor».

En el bar Golden Buddha, las pérdidas de estos días les han llevado incluso a plantearse una reducción de personal.

Sasha, encargada e hija del propietario, indicaba que sobre todo ha afectado por las mañanas y a medio día. «Como la playa está cerrada, la gente no tiene oportunidad de darse un baño y venir. Y eso ha afectado a todos los negocios de alrededor» explicaba.

Las perdidas por día han sido de en torno al 15 o 20%. Indica además que se ha tenido que volver a pintar debido a la humareda del incendio, que tiznó las paredes.

Ahora esperan que la temporada al menos se mantenga como antes del incidente. Trabajan para poder reclamar las pérdidas al seguro, aunque Sasha indicaba que su percepción es «que no tiene muy buena pinta».