Un año más, un gran castillo de fuegos artificiales puso fin al día de Sant Bartomeu, patrón de la localidad de Sant Antoni. | JAUME MARTORELL

Eran las ocho y media más o menos cuando salió la imagen de Sant Bartomeu en procesión por la puerta de la iglesia acompañadas por otras cinco imágenes y bajo el sonido atronador de las campanas. La portaban cuatro hombres y hacía apenas diez minutos que se había terminado la misa oficiada por el párroco de Santa Eulària, Vicent Ribas. Como es habitual, la pequeña plaza que hay justo a la entrada del templo se volvió a quedar pequeña ante la gran cantidad de personas congregadas, la mayoría vestidas muy elegantes, con traje de domingo o de fiesta de guardar, «para que el patrón nos vea bien guapos».

Eran los residentes. Los vecinos de Sant Antoni de toda la vida y las autoridades de la isla, entre ellos, el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Torres; el alcalde de Sant Antoni, José Tur Cires; el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí; el alcalde de Sant Josep, Josep Marí Ribas Agustinet; la portavoz del Govern, Pilar Costa; el senador Santi Marí y la consejera de Estado, María Luisa Cava de Llano.

Sin embargo, tras las consiguientes felicitaciones a los Bartolos y Bartomeus, y según empezó a descender la comitiva por el carrer Ample, el panorama cambió radicalmente. Los trajes elegantes de las señoras, las corbatas y las camisas de ellos y los trajes de gala de militares, policías y eclesiásticos, chocaron con los bañadores, bikinis, pantalones cortos y camisetas de tirantes de los muchos turistas que poblaban las terrazas del Passeig de Ses Fonts o regresaban de la playa de S’Arenal. De los que a las 20.30 horas ya se iban preparando para ir al West End mejor ni hablamos. En apenas unos minutos, los que dura la procesión que discurre el carrer Ample, el passeig de ses Fonts, el carrer Bisbe Torres y el carrer del Roser hasta regresar a la iglesia, se pudo ver un reflejo de lo que es actualmente Sant Antoni, una mezcla de culturas, edades y distintas formas de entender la vida.

Entre los forasteros las caras de asombro eran un poema. El «¿¿pero que es esto??» se pudo escuchar en varios idiomas y algunos se afanaban en fotografiar con sus teléfonos móviles «esto tan español de una marcha de personas cargadas con vírgenes y santos». Eso sí, ninguno se animó a subir a la iglesia para seguir la misa en la que Vicente Ribas llamó la atención sobre la gran cantidad de jóvenes muertos en Sant Antoni este verano por «la marcha descontrolada» y pidió a los jóvenes otra manera de vivir la fiesta. Además, instó a los presentes a reflexionar sobre el proyecto de turismo del pueblo de Sant Antoni «pensando en lo que podremos dejar a las generaciones venideras». Por último, animó a todo el mundo a disfrutar de Sant Bartomeu «sin importar la diferencia de fes porque todos somos un mismo pueblo»

‘Ball pagès’ y 288 kilos de pólvora

Algunos de los turistas, aunque no muchos, si se animaron en cambio a acudir a la plaza que hay detrás de la iglesia para seguir la demostración de ball pagès que ofreció Sa Colla de Portmany junto a 14 miembros del grupo mallorquín Revetllers d’es Puig d’Inca. El resto, directamente, prefería otro tipo de música y otro tipo de marcha que no tiene tanto que ver con las tradiciones pitiusas.

Tras reponer fuerzas en la plaza de la iglesia junto a las barras y haber disfrutado en la zona de la playa de S’Arenal de la primera jornada del Sunset Swing Festival, llegó el turno del ball pagès ante medio centenar de personas sentadas en sillas de plástico junto al escenario. Volvieron a destacar los más pequeños de la colla demostrando que hay cantera en la isla.

Después, a las 22.00 horas comenzó en el Passeig de ses Fonts el gran espectáculo Return de la compañía Ape Dream Dance que sirvió de aperitivo a uno de los momentos más esperados por muchos: el castillo de fuegos artificiales. Tras los correfocs de Els Dimonis y Mals Esperits d’Eivissa a las 00.00 horas y en algo menos de 15 minutos se lanzaron 288 kilos de pólvora, más de 1.200 artificios pirotécnicos que daban sensación de 3D con colores pastel, carmin, fucsia, turquesa, metálicos, dorados, platas o salmón, y como gran novedad, un espectáculo final que se congregó en los últimos tres minutos.

Un fin de fiesta perfecto para despedir a Sant Bartolomé, Saint Bartholomew, Saint Barhélemy, Santo Batolomeo o Heilige Barthel hasta el año que viene.