Carnes March es una carnicería con más de 50 años de historia y que nació en 1965, cuando el padre de Simón Rosselló, actual propietario, abrió un pequeño local en Sant Antoni. | Arguiñe Escandón

En las dehesas y sierras que la familia Rosselló tiene, situadas en las provincias de Extremadura, se producen y elaboran carnes y aceites que son luego exportados a Eivissa y que constituyen un producto único en la isla. Simón Rosselló (Eivissa, 1965) es el propietario de Carnes March, una empresa que empezó a funcionar en 1965, cuando el abuelo de Simón abrió la primera carnicería en Sant Antoni. Más de medio siglo después, la familia cuenta con una carnicería más en Sant Llorenç y otro puesto en el Mercat Nou de Vila, que está a la espera de ser ampliado. La carnicería está especializada en carne de vacuno, a raíz de que empezaran a trabajar con una explotación ganadera-ramadera en Cáceres, donde tienen su propia granja. Está casado y con cuatro hijos, dos de ellos trabajan con él en la empresa y tienen pensado heredar el negocio para continuar con la tradición familiar. Aunque de pequeño quería ser jugador de baloncesto, a Simón se nota que le encanta su trabajo. «El trabajo es muy sacrificado y son muchas horas», reconoce, pero un trabajo que se ve recompensado cuando se recogen los frutos del esfuerzo y la dedicación que pone uno en su empresa.

¿Cómo y cuándo nació Carnes March?
— En 1965 mi padre abrió la primera carnicería pequeña en Sant Antoni, y a partir de ahí fue avanzando poco a poco.

El negocio empezó cuando todavía no había democracia en España y en un momento en que el turismo empezaba a despegar en el país. ¿Cómo ha evolucionado Carnes March en estos más de 50 años?
— Antes era muy diferente. Era una carnicería pequeña que teníamos en la calle Plorers, en Sant Antoni, y luego poco a poco empezamos a hacer más cosas en el propio municipio de Sant Antoni, en el Mercat Es Clot Marès. En casa mismo, en un local nuestro donde vivimos, hicimos una carnicería más grande y ya más tarde empezamos en Sant Llorenç, con todo el tema de la elaboración y en un local más grande.

Este es un negocio familiar que tiene más de 50 años. Lo empezó su abuelo, lo continúa usted y sus hijos trabajan aquí también.
— Sí, mi hija mayor trabaja en los temas administrativos de la empresa, y mi hijo trabaja más la carne, haciendo pedidos, etcétera. Y espero que la tradición continúe. Sí, parece que les gusta y nosotros hemos trabajado toda la vida por eso, para que ellos puedan seguir.

Después de tantos años trabajando la carne en varias empresas contarán con una clientela asentada. ¿Cómo es?
— Sí, la verdad es que estamos muy contentos porque nosotros valoramos y cuidamos mucho al cliente del día a día, pese a que también vendemos mucho a restaurantes y hoteles. Entonces, en Sant Antoni, en Vila y aquí cuidamos mucho a la gente e intentamos ofrecer un producto de mucha calidad a unos precios razonables. Somos muy conscientes de que el producto que tenemos en el mostrador tiene que ser de gran calidad siempre.

¿Cuáles diría que son los productos más especiales o de mayor calidad que venden aquí?
— En cuanto a carne vendemos de todo. Cualquier carne que se puedan imaginar podemos comercializarla y venderla. Estamos muy especializados en carne de vacuno, a raíz de que empezamos con una explotación ganadera-ramadera en Cáceres, y entre ellas la ternera. Tenemos nuestra propia granja allí y gracias a ello ofrecemos un producto diferenciado, sobre todo enfocado a la restauración, así que podríamos decir que estamos especializados en ese producto, la carne de vacuno, que nos gusta mucho. De hecho, el norte de Cáceres es una zona muy preparada para ofrecer este producto. También nos gusta trabajar con el cerdo ibérico, también un producto típico extremeño, pero nuestro producto principal es el vacuno. Allí mismo alimentamos a los terneros, así como todo el proceso, que eso es algo que hoy día a la gente le gusta mucho conocer: de dónde viene la carne, cómo se alimenta y cuida a los animales, en qué estado, etcétera. Eso es algo que nosotros garantizamos. Y creo que es un punto diferenciador.

¿Diferenciador respecto a la competencia?
— Es una carne que es nuestra, no la puede hacer nadie más. Será mejor o peor que otras pero nosotros elegimos las razas, la alimentación que van a tener, el bienestar y la forma en que van a vivir, etcétera. Por eso pienso que es un producto interesante.

¿Tienen pensado abrir algún establecimiento más?
— Bueno, eso ya tendría que preguntárselo a mis hijos (se ríe). Ahora haremos una pequeña ampliación en el mercado de Vila, que hemos decidido hace poco, porque la vitrina se nos ha quedado un poco pequeña. Y de momento estamos contentos así. Lo que queremos es mejorar lo que tenemos, y siempre estamos estudiando la manera de que todo lo que se vende sea cada vez mejor. Así que nuestros objetivos pasan por mejorar, no abarcar. No queremos más productos ni ampliar puestos de venta, sino que nuestros clientes estén contentos con el producto que ofrecemos.

Usted ha mencionado los restaurantes y hoteles entre los clientes más importantes de la empresa. ¿El sector turístico tiene un peso fundamental?
— Claro, nosotros vendemos a restaurantes de toda la vida y tenemos unos clientes excepcionales, gente que trabaja mucho y muy bien y confía en nosotros desde hace muchos años. Y nosotros estamos muy agradecidos por ello, claro.

Ibiza es una isla que tiene una economía muy enfocada en el sector turístico, que mayoritariamente se desarrolla durante la temporada de mayo-octubre. ¿Cómo les afecta esta estacionalidad?
— Sí nos afecta, la notamos mucho. Ahora ya estamos en septiembre y ya lo estamos notando. Nosotros vamos de la mano de los hoteles y restaurantes. Cuando deja de venir gente, automáticamente lo notamos. El año pasado incluso quedaron menos restaurantes abiertos que otros años, este año parece ser que abrirán más de los que lo hicieron el año pasado, según parece, y claro, se nota mucho. Igual las ventas caen dos terceras partes.

¿Cuánta gente trabaja en el conjunto de la empresa?
— Ahora en verano somos 32 trabajadores, luego en invierno reducimos la plantilla.

¿Y cuándo empezaron en 1965?
— Cuando empezamos estaba mi padre, mi padrino, y dos trabajadores más quizá, pero eran pocos. Hemos crecido bastante desde entonces.

¿Tienen algún proyecto en especial en mente?
— Sí, estamos en un proyecto muy ilusionante de hace ya tres años, cuando empezamos a cruzar nuestras vacas retinta, una raza de ganado vacuno, con la raza wagyu. Fuimos a Alemania a comprar sementales, los trajimos a nuestra explotación y a la vez que los compramos también compramos un núcleo importante de angus. Todavía necesitamos un tiempo para ver los resultados, pero tendremos angus puros y un cruzamiento de wagyu con retinto, que es una mezcla que en principio no tenemos constancia de que exista en España. Estamos interesados en ver qué tipo de carne sale. Únicamente, repito, estamos intentando mejorar lo que ya tenemos. Creemos que con este cruzamiento podemos tener una carne espectacular, pero no lo sabemos todavía. Estamos en ese proceso. También estamos insistiendo bastante en el tema de los ibéricos. Tenemos una dehesa que produce mucha bellota, cada año compramos cerdos y ya hace seis años que tenemos producto propio de nuestra finca: jamón, paleta, salchichón, lomo… Y el producto es muy bueno. La verdad es que sale muy bien.

Como empresario, ¿cuáles son las mayores dificultades que se encuentra para desarrollar su negocio?
— En nuestro caso, creo que como a todos, estamos preocupados porque nos vuelven a subir la luz, vuelve a subir el petróleo, y eso es una lucha permanente porque nosotros no somos ni una discoteca ni un bar, que tenga márgenes bestiales en cuanto a ventas. Nosotros vamos con márgenes pequeños, entonces cada vez que suben los gastos fijos nos preocupa porque tenemos que hacer retoques para sobrevivir. Y eso siempre es un poco el caballo de batalla que tenemos, los gastos que podamos tener debido a que los márgenes de beneficios no son grandes. Más que esas preocupaciones tampoco, no tenemos más que las que pueda tener cualquier empresa durante su día a día.

Además de carnes, también comercializan otros productos, como el aceite. ¿También lo traen de Extremadura?
— Efectivamente, este producto también lo trabajamos en Cáceres y lo traemos de allí. Es un aceite ecológico virgen extra que, además, ha ganado la medalla de oro como mejor aceite ecológico de Extremadura. Así que estamos muy contentos.

¿Tienen carnes ecológicas también?
— Hemos empezado a tenerlas este año. La demanda todavía no es muy grande pero yo pienso que poco a poco la gente cada vez es más sensible con estos temas y creo que en un futuro tendrá un buen mercado. Claro, lo que pasa es que es una carne bastante más cara que la normal y lógicamente eso es así porque producirla es más caro. Igual que ocurre con el aceite ecológico. En los olivos no podemos utilizar herbicidas, solo podemos poner trampas, por ejemplo, si hubiera una pequeña infección de moscas. Las normativas son muy estrictas y me parece muy bien. Pero claro, la producción también es mínima. Una producción ecológica es más baja que un aceite convencional. Y con la carne y las frutas pasa lo mismo.