Vídeo de la exhibición de 'ball pagès' de la Colla d'Aubarca en el día de Sant Mateu

El pequeño pueblo de Sant Mateu d’Aubarca celebró ayer la festividad de su patrón, San mateo, el Evangelista. Ese, que tal y como recordó el obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, durante su homilía de la misa, era recaudador de impuestos en Cafarnaúm hasta que Jesús le convenció para formar parte de sus doce apóstoles y posteriormente ser uno de los que dejó escritas sus andanzas en su Evangelio. Un ejemplo a seguir por los muchos fieles que poblaban la pequeña iglesia, entre ellos el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Torres, o el alcalde de Sant Antoni, Pep Tur, Cires, ya que, según Segura, «fue capaz de cambiar su vida acomodada por emprender un viaje nuevo a través de la palabra de Dios».

La festividad se celebró bajo un intenso calor, más propio del mes de agosto que del 21 de septiembre, y que obligó a la mayoría de los presentes a buscar acomodo bajo la arcada del templo o entre las escasas sombras que hay en el acceso a las pistas polideportivas del pueblo. A pesar de ser un día laborable fueron muchos los que acudieron hasta este pequeño pueblo del municipio de Sant Antoni, aunque como suele pasar en estas ocasiones, la mayoría de ellos jubilados que aprovecharon la ocasión para juntarse con familiares y amigos que hacía tiempo que no veían y recordar viejas anécdotas de cuando eran más jóvenes.

Sin embargo, entre tanto mayor ayer en Sant Mateu llamó especialmente la atención la presencia de Marc, un niño de tres años. Más allá de que posiblemente fuera el más pequeño de todos los asistentes al día del patrón y de que en ocasiones los nervios le jugaran una mala pasada, con su sencillez y simpatía se ganó a todo aquel que se cruzaba con él. Ballador con algo de experiencia en Sa Colla d’Aubarca a pesar de su edad, ayer además estrenaba traje, con lo que estaba guapísimo y se convirtió en el objetivo de numerosos teléfonos móviles y cámaras de fotos que querían inmortalizarle. Y casi siempre subido en los brazos de su orgulloso padre, Paco Montilla, y mientras Fina, su madre, ibicenca, se preparaba para bailar. «Es una afición que le ha surgido a él sin que nosotros le insistiéramos en ningún momento pero a pesar de ser tan pequeño le ha enganchado tanto el tema de las castanyoles y del ball que además de querer ensayar no para de ver vídeos en Youtube o Internet», explicó ayer su padre Paco a Periódico de Ibiza y Formentera y a Televisió d’Eivissa i Formentera.

Ball pagès, carros y muchas orelletes

Finalmente tras la pequeña procesión en la que desfilaron 7 imágenes, la última y entre flores, como marca la tradición la del santo de la localidad, los nervios pudieron al pequeño Marc y no se atrevió a bailar junto a la decena de balladoras, balladors y un sonador de Sa Colla d’Aubarca que se encargaron de hacer una magnífica demostración de ball pagès junto a la iglesia. Eso sí, siguió atentamente los pasos de sus compañeros de colla en brazos de su padre sin perderse ningún detalle y mientras los vecinos sacaban una amplia cantidad de orelletes que nadie esperaba debido a lo pequeño del pueblo.

Tampoco Aurora y Álex, una pareja recién llegada de Barcelona que lo primero que hizo nada más aterrizar para disfrutar de su primera estancia en Ibiza fue pasarse por Sant Mateu. Al contrario que muchos otros turistas no venían buscando fiesta, discotecas y restaurantes de moda y si la parte más tradicional de nuestra isla. Y en Sant Mateu la encontraron, ya que pudieron ver por primera vez en directo como es el ball pagès «y como se mantienen vivas las tradiciones de Ibiza en las festividades de los pueblos que no suelen salir en las guías ni en los programas de la televisión».

Unas tradiciones de las que ayer había muchos garantes en este pequeño pueblo. Uno de ellos, es Joan Riera Torres, un vecino de 55 años de Sant Mateu «de toda la vida» que además ha colaborado activamente en la exposición de rifacus o enaguas que es una de las grandes novedades de las fiestas de este año y que se puede ver durante estos días en las instalaciones del centro social que hay junto a la iglesia.

Según nos explicó ayer orgulloso Joan «la fiesta ha ido cambiando con el tiempo, ya que antes únicamente había un día de celebración y ahora hay varios con actividades como conciertos o fiestas para niños que antes, cuando yo era pequeño, no se hacían». Eso sí, lo que no ha cambiado en todo este tiempo es el pueblo. «Es posiblemente el más pequeño de la isla en cuanto al número de viviendas pero no en extensión y afortunadamente es muy difícil de que se varíen las normas urbanísticas, con lo que, casi seguro que el pueblo de Sant Mateu seguirá igual durante muchos años».