Mariano Matutes ha delegado la mayoría de sus funciones a tres de sus cuatro hijos que trabajan en la empresa. | MARCELO SASTRE

Sin cumplir aún la mayoría de edad, Mariano Matutes Riera (Eivissa, 1949) se adentró en el sector de los carburantes tras la muerte de su padre. De lado dejó su intención de ser dentista y acabó fundando Carburantes Ibiza, que con siete estaciones de servicio, es la principal empresa de distribución de combustibles en la isla. La empresa forma parte del grupo Famame (Familia Matutes Mestre), que además del sector del combustible se dedica a la distribución de lubricantes y la promoción, construcción y comercialización de inmuebles y terrenos.

¿Cómo nació Carburantes Ibiza?

— Mi padre tenía el transporte de carburantes ya que era el delegado en Eivissa de Transportes Salas Simó. Antes se traían unos bidones de 200 litros que venían con los veleros desde Mallorca y los vaciábamos en Ca na Negreta. Esto era a finales de los años 50, por lo que siempre hemos tenido relación con este sector. En un momento determinado hubo aquí un déficit importante de gasolineras y unos socios catalanes me propusieron encargarme y entrar en participación. Así empezamos con las dos primeras estaciones de servicio que están en la carretera hacia Santa Eulària que llamamos Tramuntana I y Tramuntana II. Después debido a las necesidades y al incremento de Ibiza turísticamente fuimos incrementando los puntos para poder tener una red que atendiera la demanda de hoy en día.

Empezaron con dos estaciones de servicio. ¿Ahora cuántas tienen en la isla?

— Tenemos siete, aunque llegamos a tener ocho. Algunas son en propiedad y otras solo las explotamos. Nos venció la de Sant Rafel y la dejamos.

¿Qué edad tenía cuando empezó a dedicarse al negocio familiar?

— Como mi padre se murió cuando yo tenía 17 años ya me tuve que hacer cargo de esta actividad con el transporte de carburantes. También empezamos con el sector de lubricantes de coches, que aún mantenemos, como delegación de la compañía Cepsa. Todo está relacionado con el mismo sector.

¿Siempre supo que se dedicaría a este sector o cuando era joven tenía otras ideas?

— Bueno, mi padre era mecánico dentista y yo le ayudaba. Teníamos el taller al lado de Sa Nostra y yo siempre le acompañaba y me gustaba esa profesión. Parecía que tenía que ser dentista porque me había involucrado siempre, pero las circunstancias fueron otras. Estuve estudiando Peritaje mercantil libre en Palma pero cuando me faltaban dos asignaturas no pude compaginar con la dedicación que tenía que tener en Ibiza, así que lo tuve que dejar.

¿Cómo fueron los inicios de Carburantes Ibiza?

— Desde fuera parece todo muy fácil. Yo puse mis reticencias porque el sector no lo conocía, aunque todo se aprende y no tuvimos otro remedio que entrar en el negocio y aprender. El tiempo poco a poco nos ha llevado a funcionar de forma satisfactoria. Es un tema que siempre he enfocado como un servicio público porque crearía muchos problemas si hubiera un desabastecimiento o un hotel se quedara sin combustible para la calefacción. Siempre ha sido una prioridad y en este sentido hemos podido atender la demanda de las Pitiusas sin problemas. En Formentera, incluso, lo llevamos hasta la central en unas circunstancias que son siempre especiales porque hay que atravesar el mar. Tenemos también una empresa de transportes a nivel de Baleares de combustible, participando con unos socios, además de la empresa de las estaciones de servicio y de ventas directas a domicilio.

¿Cómo ha evolucionado el sector desde que empezó su padre hasta ahora?

— Ha tenido una transformación muy importante. Como decía empezamos con los bidones de 200 litros, que se descargaban de los veleros. Después traíamos petróleo de fogó y teníamos unas tiendas donde lo distribuíamos. La demanda fue subiendo y los bidones de 200 litros se transformaron en contenedores de hierro de mil litros y ahora ya se llevan en camiones cisterna. A Formentera, los bidones los llevaba un transportista subcontratado, cuando pasaron a lo contenedores iban con la Joven Dolores y ahora los camiones van de forma diaria a través de Balearia.

¿Cuántos litros de combustible se venden en Ibiza en un año?

— Es difícil saber el dato global porque nosotros manejamos un 30% del mercado. Solo en el Aeropuerto de Ibiza el año pasado servimos 100.000 toneladas, solo producto de aviación. Si le sumas la central de Gesa y todas las estaciones de servicio y clientes directos nos podemos ir a las 4.000 toneladas al año, aunque no se puede precisar.

¿Cuál ha sido la mejor época de la empresa?

— Nosotros vamos en evolución con el mercado turístico. Cuando las temporadas son buenas tenemos más consumo. Lo que nos perjudica es el incremento constante del combustible, porque como estaciones de servicio tenemos un tanto por ciento por cada litro que suministramos no por euro que vendemos, por tanto cuanto más cara está, menos se vende.

Por tanto, ¿les perjudica que la gasolina vaya más cara?

— Exactamente. Los que tenemos estaciones de servicio en propiedad nos gustaría que la regalasen porque venderíamos muchos litros. La gente pone menos gasolina cuando está más cara. Me acuerdo que antes cuando se avisaba que iba a subir la gasolina había colas de un kilómetro en las carreteras para aprovechar antes de que subiera. Ahora la gente no hace tanto caso, tanto si sube como si baja.

¿Cómo les afectará la irrupción de los coches eléctricos?

— Nos estamos reinventando dentro de las estaciones de servicio y preparándonos para estas circunstancias. No solo en el sector eléctrico, sino también en el sector de tiendas o de autolavados. Intentamos completar la posible disminución de ventas con otros sectores manteniendo el punto de suministro.

¿Cree que desaparecerán los carburantes tan rápido como se prevé?

— No, todos los estudios que manejan las petroleras no esperan que haya un incremento que a lo mejor represente un 5% hasta el 2030. El tema aún es muy complejo para que sea interesante para los usuarios.

¿Cuáles son las principales dificultades que se encuentran para llevar adelante el negocio en la isla?

— La estacionalidad. Como todas las empresas que no pueden hacer el cierre a final de temporada, tenemos que mantenernos durante todo el año para ofrecer un servicio con unas estructuras con gastos fijos y gastos de personal todo el año. En invierno no compensa las ventas y trabajas en verano para aguantar todo el año.

¿Qué diferencia porcentual tienen entre los meses de verano y la temporada baja?

— Normalmente se multiplican por cinco las ventas en verano respecto a las de invierno. Hay unas puntas muy importantes.

Carburantes Ibiza es la principal empresa del grupo Famame, ¿qué otros negocios engloba?

— En su día nos dedicamos a construir locales comerciales. Todo empezó con un garaje para los camiones pero a medida que tuvimos que ampliar la flota tuvimos que buscar otro más grande y el anterior lo alquilamos. Así empezamos esta nueva actividad de alquiler de inmuebles de almacenes, naves industriales y locales comerciales. Es una de las actividades que englobamos.

¿Cuantos empleados tiene la empresa?

— En Carburantes Ibiza tenemos unos 70 trabajadores y en el resto de empresas alrededor de 150 en pleno verano. Cuando empezamos en Carburantes Ibiza éramos ocho.

¿Cuál es el secreto para que una empresa dure tantos años y lo haga evolucionando?

— Es un sacrificio muy importante que en las nuevas generaciones no se nota. En mi generación era muy sacrificado y no había domingos ni días libres y lo normal era dedicar 17 horas diarias. Este es el secreto, mucho trabajo e invertir continuamente.

¿El negocio tiene una continuidad generacional?

— Sí, de los cuatro hijos, tengo a tres trabajando en la empresa. Ellos llevan ya todo el peso del negocio y ya me dejan descansar. Cuando acabaron la carrera les planteé, sin forzar porque las decisiones las tienen que tomar ellos, si querían ayudarme o instalarse por su cuenta. Siempre han tenido claro que querían venir. Hace ya años que la llevan y ya la conocen más que yo.

¿Es fácil trabajar en familia?

— No es fácil porque si trabajas con personas sin ninguna familiaridad no te atreves a tener las tensiones que puedes tener con los hijos, pero lo llevamos bien. Nos soportamos (risas).

¿Volvería a ser empresario?

— Sí, es una cosa que me gusta mucho, por eso aún estoy al 50% en activo y aún no me he jubilado. Mi carácter me pide tener actividad.

¿Es difícil desconectar de una actividad a la que se ha dedicado toda una vida?

— Sí, es difícil. Mi enfermedad es ver que en un momento dado no tenga nada que hacer. Eso me preocupa y me intranquiliza. Lo que más me ha gustado de ser empresario son los logros y los objetivos que hemos ido consiguiendo, y ver como tienes cada vez más actividad, más patrimonio, que las cuentas funcionan y que los hijos entiendan que el futuro pasa por esta continuidad. Siempre he dicho que a los empresarios los retira la salud, no la edad.