El médico Ángel Crespo, el técnico de emergencias Toni González y la enfermera Mónica Álvarez.

«En otro sitio no le cogerías una vía a un paciente por el estado en el que se encuentra, pero aquí es el pan de cada día», dice Ángel Crespo, coordinador médico del 061 en Ibiza y Formentera. Y es que las patologías e intoxicaciones que se dan en las Pitiusas «no se ven en otros sitios».

Por este motivo, Mónica Álvarez, la enfermera que trabaja mano a mano con Crespo, ha decidido apostar por Ibiza en vez de Gijón, su ciudad natal. Junto con Toni González, uno de los dos técnicos que completa el equipo, se encargan de las emergencias de la isla en turnos de 24 horas.

Claramente se trata de una profesión vocacional y si no que se lo digan a estos tres sanitarios que cuando se meten a la cama para descansar, entre emergencia y emergencia, ‘sueñan’ con que les llega un aviso. «El primero que recibe el aviso es el técnico y es quien da tres toquecitos en la pared para avisarnos al médico y a mí de que tenemos que salir corriendo», cuenta Álvarez.

«Un día lo sentí tan real que me levanté y no había nadie despierto. Toqué la puerta de Toni y escuché cómo sonaban los muelles de la cama; eso significaba que le había despertado yo, así que el aviso no era real», se ríe.

La realidad es que, desde que llega el aviso, la ambulancia cuenta con un máximo de dos minutos para salir de la base en la que se encuentra y poner rumbo a la emergencia. Esto está controlado por el centro coordinador de Palma que es quien les avisa y quien controla el movimiento de la ambulancia.

Desde que salen del centro de salud u hospital en el que se encuentran tienen que meter un código en una especie de GPS que graba su recorrido. De esta manera, también queda reflejado el tiempo exacto que han tardado desde que salen de la base hasta que llegan para atender el caso.

Ellos saben cuándo salen, pero difícilmente cuándo van a regresar; como tampoco saben lo que se van a encontrar. Y es que, a pesar de que el centro coordinador suele dar detalles de lo que ha sucedido con el paciente, no siempre coincide con lo que ha pasado.
Un ejemplo de ello está en una de las llamadas durante una guardia en Sant Antoni. Supuestamente se trataba de un accidente laboral en el que un varón había sufrido un grave corte en la pierna tras caerse de una altura. Sin embargo, solo tuvieron que darle un par de puntos.

En otras ocasiones, la emergencia es más grave de lo esperado. No es raro ver precipitados o accidentes de coche o moto en las islas y aunque los profesionales sanitarios dicen que la emergencia en Ibiza es «muy buena» por las cortas distancias que tienen que recorrer, los accesos no son siempre los esperados.

Según dicen, las mayores dificultades se las encuentran en algunas playas, calles estrechas o zonas como Dalt Vila, donde llegar al sitio exacto donde está el paciente es imposible.

Una salida

«20-09-2018, 18:04. S: SXE36, M: AC (otros accidentes), L: Sant Josep de sa Talaia, D: C/ Marinada». Este es un ejemplo del texto que recibe el técnico de emergencias en el teléfono móvil. A partir de este momento avisa a sus compañeros, dejan lo que estén haciendo y salen corriendo hacia la ambulancia.

Una vez dentro introducen el código de localización en el GPS y se ponen los guantes. La ambulancia sale de la base con su característica sirena sonando, aunque no siempre consigue que todos los vehículos le hagan hueco. Es preciso destacar el trabajo del técnico o técnica en estas situaciones en las que no les tiembla el pulso para conducir no solo rápido, sino sabiendo que pueden estar yendo a una situación crítica a la que tienen que llegar en el menor tiempo posible.

Una vez en el destino, cada uno coge su maletín (con lo imprescindible para atender una urgencia), además de un monitor desfibrilador y una botella de oxígeno. Ahí empieza su trabajo.

Llegan al caso, se informan y actúan. Si la situación no es grave y el usuario está estable entablan una conversación con él e incluso bromean para quitarle hierro al asunto. Si nos ponemos en el otro lado, casi siempre pensamos que lo que nos ha pasado es más grave de lo que realmente es, por lo que esa confianza que nos transmite el profesional siempre ayuda a calmar los nervios.

Ellos han nacido con ese don, el de la empatía, y con el de hacer todo lo que esté en sus manos para que el paciente sufra lo menos posible. De hecho, «estamos expuestos cada día a situaciones peligrosas», remarcó Crespo; más aún en Ibiza donde, por suerte, la relación entre sanitarios, Policía Local y Guardia Civil es de «máxima colaboración».
Según las necesidades del paciente que ha sido atendido, se le desplaza o no al centro de salud u hospital más cercano. En este momento se introduce el código de finalización en el GPS para indicar que ha terminado la asistencia.

Una vez acabada la salida, los sanitarios tienen que ‘rellenar’ la ambulancia para evitar que, en la próxima emergencia, falte material.

En este punto acaba su trabajo, por lo menos, de momento hasta que les llegue el siguiente aviso. Para poder descansar tienen una sala (para comer y ver la televisión) y habitaciones para dormir. «Aunque dormir, lo que se dice dormir, no duermes; más bien descansas», apunta la enfermera.

Puede decirse que su trabajo se basa en los imprevistos que suceden cada día; unos imprevistos cargados de adrenalina no aptos para personas sensibles. Ellos son los ‘superhéroes’ de las emergencias, de las respuestas a corto plazo, de la serenidad cuando más complicado es todo.

Historia

El servicio del 061 llegó, por primera vez, a Baleares en 1995; siendo el segundo SUMA más antiguo después del de Madrid. Fue cuatro años después cuando se instaló en Ibiza y Formentera con una ambulancia de Soporte Vital Avanzado y tres de Soporte Vital Básico.

Una de las diferencias con otras comunidades autónomas es que Baleares cuenta con helicópteros, lo que hace la oferta de trabajo más atractiva para los profesionales que bastante tienen con la dificultad del alquiler.