Carlos Marí-Mayans, nuevo presidente de la Cámara de Comercio, en las instalaciones de Periódico de Ibiza y Formentera. | MARCELO SASTRE

Cada cuatro años hay elecciones a la Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera y está formada por un órgano directivo, el pleno, integrado por 15 empresas que representan a todos los sectores empresariales. Está el sector del comercio, la hostelería, la construcción, el sector náutico, entre otros. El proceso electoral culminó con la constitución del nuevo pleno el 23 de julio, que votó a Carlos Marí-Mayans como nuevo presidente. El nuevo equipo directivo del Comité Ejecutivo está constituido también por Juan Manuel Costa, vicepresidente primero; Joan Guasch, vicepresidente segundo; Lorenzo Córdoba, tesorero; Vicente Torres, vocal y tesorero suplente; Daniel González, vocal; José María Ramón, vocal y José Luis Benítez, también vocal. Carlos Marí-Mayans también es gerente y administrador de la famosa empresa ibicenca Hierbas Marí Mayans. Estudió Empresariales en la UIB, tiene 35 años, está casado y tiene una hija.

¿Cuál es su relación con la Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera?
—Conozco la Cámara de Comercio desde hace tiempo, ya con mi abuelo recuerdo que se hablaba de la Cámara, también con mi padre, y es verdad que me hacía ilusión presentarme al Comité Ejecutivo, aprovechando que había nuevas elecciones. Al final he acabado siendo el presidente.

Uno de los asuntos que causa preocupación es la caída en ventas de los pequeños comerciantes. En algunos casos se habla de bajadas entre un 30% y un 40%.
—Aquí hay dos factores clave. Uno es que igual no ha venido tanta gente a Ibiza. Todo el mundo sabe que hace tres años hubo una crisis en algunos destinos turísticos por determinados conflictos bélicos e Ibiza absorbió, en ese sentido, todas esas llegadas de turistas. Ahora que se está normalizando la situación en todos estos países del Mediterráneo, que son competencia directa, la oferta se ha vuelto a diversificar. La otra razón es la proliferación de las grandes superficies y la venta online, aparte de la poca especialización de algunos comercios, sobre todo los souvenirs, que ofrecen todos los mismos productos a los mismos precios. Por eso en la Cámara de Comercio hacemos cursos gratuitos enmarcados en un plan de apoyo al comercio minorista, que se puede consultar en nuestra página web. Además, el descenso del pequeño comercio lo llevamos detectando desde los últimos tres o cuatro años, debido a todos estos factores. Ofrecemos talleres que están orientados a estudiar cómo se puede frenar la caída en ingresos que están experimentando. Los comercios tienen que especializarse, actualizarse, aprender a vender online y posicionarse en el mercado frente a las grandes superficies. A lo mejor tienen que reiventarse, aprender a manejar mejor las herramientas informáticas, etcétera. El mundo está cambiando muy rápido y el papel de las nuevas tecnologías es muy importante en este sentido. Así que no hay un único factor, son varios. Desde la Cámara de Comercio damos herramientas para que, en la medida de nuestras posibilidades, los comercios puedan mejorar los servicios que ofrecen. También nos preguntamos, ¿por qué algunos comercios tienen éxito y otros no? Hay establecimientos que funcionan desde hace 30 años y siguen funcionando de maravilla, habría que analizar las causas por las que esos comercios funcionan.

¿Eso explicaría el cierre de negocios históricos como la Librería Vara de Rey o el supermercado Casa Alfonso?
—A Vara de Rey se lo ha comido Amazon. ¿Y qué se hace frente a eso? La prensa también ha caído mucho y las librerías se nutrían mucho de eso, de la gente que se levantaba cada mañana para comprar los periódicos. Vara de Rey sobrevivía gracias a la venta de los libros escolares, pero ahora desde los colegios también se gestionan las ventas de los libros. La lectura de los libros en papel está llamada a desaparecer. Hay que fijarse en que en las bibliotecas ni siquiera adquieren libros en papel porque ya los adquieren digitalmente, etcétera. Entonces, claro, hay que adaptarse porque es el mundo en el que estamos. Y en el caso de Casa Alfonso, la expansión de las grandes superficies les ha afectado mucho. El Ministerio de Industria, Comercio y Turismo ha detectado el problema del pequeño comercio a nivel estatal, no es solo un problema de Ibiza. Así que es necesario actualizarse, saber cómo se hace una factura electrónica, conocer las herramientas informáticas de control de ingresos y gastos, conocer las posibilidades que nos ofrecen las redes sociales como Facebook e Instagram, encontrar la fórmula para optimizar campañas de marketing, etcétera.

Otro de los temas de actualidad es el de la ordenanza de ruidos que entró en vigor este verano en Sant Josep. Desde sectores diferentes como l’Associació de Músics o la industria de la música electrónica se quejan de que esta normativa en la práctica prohíbe la música pero muchos vecinos se siguen quejando de las molestias que el ruido ocasiona a su descanso.
—Nosotros lo tenemos muy claro. Hay una normativa y esa normativa se tiene que cumplir. Si se cumple, no habrá problemas para nadie. El problema lo ocasionen los que no cumplen con la normativa, así como la oferta ilegal. Si hay mansiones con fiestas incontroladas, drogas, coches haciendo ruido, ¿cómo no se van a quejar las asociaciones vecinales? Luego están las quejas típicas hacia las grandes discotecas, es normal, pero el grueso no viene de ahí. La norma es bastante restrictiva y si se cumple, no hay ningún tipo de problema. El problema viene por la oferta ilegal. Y ese descontrol existe en todos los municipios, no solo en Sant Josep. Incluso hay fiestas que empiezan legalmente en una discoteca y acaban ilegalmente en fincas y hay una gran cantidad de fiestas descontroladas que ocurren por toda la isla. Así que creemos que el problema no está en las discotecas, pues están controladas, tienen ordenanzas y me imagino que si incumplen la normativa hay multas. El problema es el desorden total y absoluto de la oferta ilegal, y encima no pasa nada, porque no se actúa. Entre otras cosas por falta de medios.

¿Qué opinan sobre las propuestas de la plataforma Prou?
—Habrá gente que pueda pensar que es un modelo idílico para la gente que vive en Ibiza, pero no podemos olvidarnos de qué vivimos. Las utopías están muy bien, pero, ¿cómo llegamos a ellas? Es una temeridad querer prohibirlo todo. Así que pensamos que hay que buscar un equilibrio, llegar a consensos y por supuesto regular. ¿Qué es lo bueno que ha aportado Prou? Nos ha puesto semáforos en rojo encima de la mesa para alertarnos de determinadas situaciones que están ocurriendo en la isla. En eso coincidimos. Ahora bien, ¿cómo solucionamos los problemas a los que nos enfrentamos? Creo que deberíamos plantearnos una reflexión conjunta, que incluya a todos los partidos políticos y a toda la sociedad civil, en general. Necesitamos definir cuál es el modelo turístico que queremos, definir exactamente hacia dónde queremos ir y en qué plazos, fijar unos límites si se quiere, pero eso se tiene que hacer consensuadamente. Lo que no puede ser es que cada cuatro años cambien las leyes con los cambios políticos en los distintos ayuntamientos, el Consell d’Eivissa y el Govern balear. Además, cada uno de los cinco ayuntamientos de la isla va por su lado. Una misma actividad puede estar permitida en un municipio y prohibida en otro. A nivel urbanístico, la isla es un caos. Los políticos creen que lo arreglan todo legislando, porque es el instrumento que tienen a mano, pero, ¿y si las leyes no se pueden cumplir porque no hay las suficientes inspecciones e instrumentos para hacer que se cumplan? Creemos que tenemos que tratar de cumplir con las leyes que tenemos, antes de aprobar nuevas leyes. En este sentido, tiene que haber vigilancia, inspecciones y sanciones porque la isla está desabastecida, no tenemos suficientes policías locales y nacionales, ni suficientes guardias civiles. ¿Cómo vamos a controlar el problema de los ruidos si no tenemos suficientes efectivos de la policía local para poner multas?

¿Qué opinan sobre la ecotasa? La patronal hotelera pide su abolición pero desde otros sectores se pide implementarla también en las viviendas turísticas vacacionales.
—Lo que creemos desde la Cámara de Comercio es que si hay ecotasa tiene que dedicarse a proyectos de sostenibilidad medioambiental y en Ibiza y Formentera. Eso para empezar. El problema es que la ecotasa tiene un fin que no se está cumpliendo. Si se usara para los fines para los que se creó, la gente no se quejaría. La ecotasa genera mucho dinero, estamos hablando de una recaudación de 20 millones de euros este año. Los hoteleros no se quejan tanto de la ecotasa en sí, sino de la obligación que tienen de ejecutarla, porque eso les hace perder competividad y es un esfuerzo. Por eso a nosotros nos pareció que la Cámara de Comercio de Ibiza y Formentera se podía ofrecer a gestionar el impuesto, implantando oficinas locales en los puertos y en el aeropuerto para gestionar este impuesto. Evidentemente, a cambio, pedíamos un pequeño porcentaje para cubrir gastos administrativos.

En líneas generales, ¿qué valoración hacen de la temporada turística?
—La llegada de turistas ha descendido durante la actual temporada. Veníamos de dos años en los que se estaban batiendo todos los récords, en parte por lo que comentaba de los destinos turísticos que compiten por Ibiza y que en los últimos años habían sufrido diferentes conflictos bélicos.