Aida Miró ha vuelto a ser la única española en el prestigioso certamen de pintura en directo Art Battle de Nueva York. La ibicenca fue seleccionada junto a algunos de los mejores artistas del mundo para la gran final gracias a que en 2016 ganó una serie en el Soho de esta ciudad norteamericana.

En esta ocasión Miró tuvo que pintar en 20 minutos un lienzo en blanco junto a otros cuatro en un pequeño ring de boxeo. Junto a ellos un entregado público que pobló el recinto y que finalmente decidió que el ganador fuera el japonés Dragon76, un pintor de gran éxito especializado en pintura en vivo a gran escala en galerías, eventos musicales y espacios alternativos de todo el mundo.

La experiencia de 2016

La ibicenca recordó ayer desde Estados Unidos a Periódico de Ibiza y Formentera como fue su primera experiencia en un certamen de tanto nivel y prestigio como Art Battle. «Me enteré de que existía por las redes sociales y mandé una solicitud con tres imágenes de mis obras y cuando me seleccionaron me quedé de piedra porque sólo faltaban dos semanas y porque las reglas son muy estrictas».

De hecho Miró aún recuerda cuando leyó que en los lienzos en blanco, sólo se podía utilizar pintura acrílica de la organización. «Nos dieron un lienzo, una paleta con pintura que no se puede mezclar hasta el comienzo, trapos y un bote con agua y se nos prohibió emplear nada que no fuera pinceles, rodillos, esponjas o espátulas y por supuesto, nada de plantillas, spray o secador de pelo». Además, «no se nos permitía usar ninguna imagen de referencia teniendo que tirar de improvisación y memoria».

Como nunca había pintado en acrílico se compró un set de colores básicos para practicar «de forma enloquecida durante una semana sin usar referencia fotográfica» y como nada le gustaba se llegó a plantear incluso su participación. Finalmente asegura, con una gran sonrisa, que lo hizo «pensando en divertirme y en recuperar la inversión en pintura acrílica con la venta del cuadro en subasta».

En la primera ronda pintó un rostro azul con barba y pelo afro y en la final una cara de un buda en tonos naranjas. «Nunca lo había hecho y no es algo que represente mi obra, pero encontré una sencilla imagen en mi mente y a través de un efecto con esponjas que le daba mucha textura logré algo distinto a los demás». Convenció al numeroso público asistente quien la votó como la ganadora de los 1.000 dólares en metálico e, incluso, vendió su cuadro y comenzó a hacerse un hombre en Nueva Yokr. Un nombre, el de Aida Miró, que este noviembre, tras la final se ha hecho mucho más grande.