Las mallorquinas Bel Busquets y Bel Oliver reunidas el pasado lunes en Madrid.

El 19 de diciembre de 2014 el Govern balear presidido por José Ramón Bauzá aprobó la declaración de tres nuevas zonas turísticas maduras: Palmanova-Magaluf, Peguera y Santa Ponça, todas ellas en el municipio de Calvià (Mallorca). Se unían así a Platja de Palma en esta declaración que pretendía impulsar la actividad económica, desestacionalizar la oferta turística y fomentar la calidad y la mejora general de estos núcleos turísticos.

Con esta catalogación oficial, el Govern balear se obligaba a habilitar los mecanismos para que pudieran realizarse las actuaciones necesarias para la recuperación y mejora de estas zonas y también a impulsar la inversión privada. Por ejemplo, los proyectos a ejecutar en estos lugares gozan de la calificación de “interés autonómico”, acelerando los trámites administrativos y la ejecución de las obras.

Además, todos los establecimientos turísticos, desde hostales hasta viviendas turísticas, pasando por campings y hoteles de cualquier categoría, a presentar un plan de calidad y a ejecutarlo en un plazo de tres años. Ese plan había de tratar aspectos tan importantes como seguridad y habitabilidad, protección contra incendios, condiciones sanitarias, instalaciones, servicios, conservación interior y exterior y medidas medioambientales (consumos).

Pero es que además, también se obligó a la oferta de restauración y entretenimiento (salas de fiesta, salas de baile, discotecas, cafés concierto y clubes de playa, y a los establecimientos de recreo, deportivos, culturales, lúdicos y de turismo activo, a presentar y ejecutar planes de calidad.

La declaración de zonas turística maduras surgió a raíz de la propuesta que plantearon seis meses antes los hoteleros de aquellas zonas, es preciso recordarlo.

A pedir a Madrid. La vicepresidenta del Govern, Bel Busquets, se fue el lunes a Madrid a llevarle su carta de los reyes magos a su paisana mallorquina, la secretaria de Estado de Turismo, Bel Oliver. Le pidió 57 millones de euros para las zonas turísticas maduras. Cono no hay ninguna en las Pitiusas, pues nada para las Pitiusas.

Que se las compongan como puedan, que bastante que les dan las migajas de la ecotasa, impuesto vergonzoso que pagamos, además de los turistas, los residentes de Balears cada vez que pernoctamos fuera de casa, ya sea por gusto, ya sea por necesidad (lo segundo la mayoría de las veces).

Destapado el escándalo y la humillación de ver a Ibiza y Formentera discriminadas, una vez más, por el Govern balear, Bel Busquets se amparó en que las Pitiusas no tiene oficialmente declarada ninguna zona madura. ¿Para qué? Aquí las zonas turísticas maduran solas, no necesitamos ninguna actuación del Govern balear ni muchos menos del Gobierno de España. Aquí atamos los perros con longanizas.

Todos en fuera de juego. La consellera de Turismo de Formentera, Alejandra Ferrer, dijo que ellos lo habían descartado para evitar crecimientos turísticos desmesurados. ¿Alguien los ha visto en las zonas oficialmente maduras de Mallorca? En absoluto. El alcalde de Sant Antoni, Josep Tur ‘Cires’, dijo tener la palabra de Bel Oliver de que cuando ayudas disponibles, su municipio las recibirá. Amén.

El presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Torres, habló del Parador de Turismo, como si se pudiera sacar pecho de uno de los proyectos que hacen avergonzar a cualquier ciudadano corriente. Como si, además, el Parador tuviera algo que ver con las zonas turísticas maduras. No parece que sea el caso de Dalt Vila, francamente. Y el director insular de Turismo, Vicent Torres ‘Benet’, dijo que se está trabajando en ello. Claro, claro. Lo de siempre. Total, que entre todos la mataron y ella sola se murió.

Ni empresarios, ni instituciones han hecho lo que debían para recibir la mayor parte de recursos públicos que permitan cambiar el modelo turístico obsoleto que degrada algunas zonas de la isla y que no permite prosperar ni modernizarse.

Platja d’en Bossa y Cala de Bou. El asunto se planteó en la Mesa de Turismo de Sant Josep y el Ayuntamiento se comprometió a estudiar el caso, junto a los empresarios, para ver si Platja d’en Bossa y Cala de Bou, deben ser declaradas zonas turísticas maduras. Al menos hay alguien que está dispuesto a hacer sus deberes, por más que llega tarde y solo tras el escándalo que denunciamos en estas mismas páginas.

Un capricho que pagamos a escote. Se acerca el fin del año y ya tenemos a los políticos y a los gobernantes haciendo balance de las cosas tan buenas que han hecho para procurar la prosperidad y la felicidad de la ciudadanía. Ya pronostico que nadie se apuntará el logro de haber tenido que pagar la friolera de 142 millones de euros como consecuencia de la ‘ley Carbonero’, que impulsó el socialista Francesc Antich en 2008.

La Ley de medidas urgentes para un desarrollo territorial sostenible supuso una catarata de demandas judiciales que ha culminado con el pago de indemnizaciones millonarias. 87 de esos 142 millones son para pagar a los propietarios de Punta Pedrera, que ellos invertirán en comprar el aeropuerto de Ciudad Real.

Si la izquierda estuviera orgullosa de lo que hizo, no les quepa duda que sacarían pecho del pago de esta burrada de recursos públicos. Pero como nadie puede estar satisfecho de esto, que supone no tener esos recursos para cosas realmente importantes y que harían mejor la vida de las personas, sobre todo de las más necesitadas (porque les aseguro que las indemnizaciones no se han pagado a menesterosos), no dirán ni mu.

¿Qué se podría hacer ahora con 142 millones? Cuántos colegios, centros de salud, polideportivos, albergues para gente que duerme en la calle... Y es que los caprichos se acaban pagando. Pero los pagamos a escote.
Feliz domingo.