Lina Torres, junto al Belén.

Lina Torres lleva casi dos décadas colaborando en el montaje del precioso belén que se puede ver, año tras año, en la pequeña iglesia de Sant Mateu Apòstol. Está situado a la izquierda del altar de este templo que comenzó a construirse en 1787 y finalizó once años más tarde, en 1798, y entre las muchas cosas por las que destaca es por sus reproducciones a escala de la iglesia y de varias casas de este pequeño pueblo perteneciente al municipio de Sant Antoni.

Construido en corcho por la propia Torres, el orgulloso templo, con sus paredes blancas, su campanario y sus tres característicos arcos exteriores, construidos entre 1884 y 1885, preside desde una pequeña montaña el nacimiento de Jesús. Éste está situado en una cueva que se puede ver en primer plano junto a María, José, la mula, el buey y a los Reyes Magos que ya se acercan por la izquierda para adorar al recién nacido.

Estas figuras son las más importantes del belén, tanto por su tamaño como por su importancia. Según aseguró ayer Lina Torres a Periódico de Ibiza y Formentera, fueron un regalo del cura de la localidad, Vicente Ribas, el año pasado mientras que el resto ya pertenecían desde hace muchos años a la parroquia. Entre ellas hay pastores, pescadores, constructores, lavanderas, animales de todo tipo y por supuesto, en un segundo plano, arriba, el castillo de Herodes. En total puede que haya una veintena de figuras.

Además, uno de los secretos mejor guardados del belén es su pequeña cascada «con agua de verdad», situada en el lado derecho de la maqueta. Es ya un clásico de este nacimiento de Sant Mateu y según Lina Torres funciona gracias a una bomba de agua de una antigua lavadora y dos mangueras.

Una decena de personas

En el montaje se han involucrado unas 10 personas, todos ellos obreros de la parroquia. Durante la primera mañana se trajo material como piedras, tierra, rocas o musgo y por la tarde, el equipo comandado por Lina Torres hizo el resto. Esta vecina del pueblo es ya toda una experta ya que empezó haciendo belenes cuando su hija era pequeña y desde entonces ha colaborado siempre en su montaje, cuando lo hacían los escolares del pueblo, los miembros del coro y ahora los obreros de la parroquia. Asegura que está encantada, pero también pide un poco de ayuda y alguien que pueda hacer el relevo. «La gente joven no se involucra y al final siempre somos los mismos los que cargamos con el belén de Sant Mateu y eso tendría que cambiar porque no creo que la Navidad aquí fuera la misma sin nuestro nacimiento».