En el pleno de Vila de ayer había algunos temas en los que uno podía intuir que saltarían chispas. Obras en la ciudad, comercio tradicional, inversiones no ejecutadas. Nadie había previsto que el momento de más beligerancia dialéctica sería precisamente una moción en contra de la violencia, en este caso de género. Una lacra social contra la que se lucha, habitualmente, con el acuerdo de todas las fuerzas políticas en las instituciones. Pero ayer no fue el caso, y saltaron chispas.

La moción la presentaba el partido socialista en todos los ayuntamientos de la isla. Venía de arriba, de Ferraz. Eso no tenía por qué ser un problema, siempre que se adaptara al ámbito local. Y parece que ayer habían quedado deberes por hacer previos al Pleno.

El conflicto estaba principalmente en un punto. Rechazar la adopción «de cualquier tipo de acuerdo» con partidos que busquen reducir las medidas de protección a la mujer.

Villalonga pedía en su primera intervención que se retirara la moción, para elaborar un texto consensuado en un tema tan delicado como este. «Se politiza un tema que no se debería politizar, cuando siempre ha habido consenso». El alcalde le dejaba la coletilla, «lo de que un político diga que no se haga política, no lo acabo de entender», y le invitó a un café para hablar del tema.

Villalonga aceptó el café. «Si hace falta le invito yo», dijo. Insistió en su petición de retirada, y en todo caso pidió que los puntos se votaran por separado. Recalcaba la deficiente redacción del punto cuestionado, que prohibía llegar a cualquier acuerdo, aunque fuera positivo, con partidos que cuestionen las medidas contra la violencia de género. El alcalde le llamó «machista». Otro gomet rojo para el señor Villalonga, que a micrófono cerrado le tachó de «fascista».

Las coletillas del alcalde a las intervenciones del concejal de Epic fueron ayer continuas, como el profesor que tiene manía a un alumno díscolo.

La concejala del PP, Virginia Marí, se mostraba «por una vez» de acuerdo con Villalonga. «Hay temas en los que la política no debería estar tan marcada, sino que debería llegarse a acuerdos como se ha intentado siempre». Mostraba su voluntad de llegar a un consenso frente a un tipo de violencia «que se debe erradicar», y pedía la votación de los cinco puntos de la moción por separado.

La contestación de la concejala de Igualdad, Carmen Boned, levantó ampollas: «Siento tristeza de que una mujer no se ponga del lado de las mujeres». Marí entró al quite: «¡La última vez que usted insinúa que no defiendo a la mujer!», le espetó visiblemente enfadada, y dio a entender que era un tema que conocía de cerca.

Abstención de la oposición. La próxima vez se debería buscar que todos remasen en la misma dirección. No es difícil.