Nuevos tiempos. Bartolomé Escandell sigue yendo cada día a Gala Night, pero por gusto, el motor ahora son los jóvenes. | Marcelo Sastre

Es martes cuando se realiza esta entrevista, y los salones de Gala Night lucen recogidos, también la terraza. Pero cuando Bartolomé explica lo que hay en un día de boda, o lo que había hace más de 40 años, todo cobra vida. Muestra con orgullo los jardines y explica como lucen en verano con sus distindos escenarios o cómo le gustaría que lucieran algunas ideas que la empresa tiene en mente. Ahora todo el proyecto está en manos de los jóvenes, sabe que ellos conocen mejor las nuevas tendencias y que la capacidad de irse adaptando a los nuevos tiempos es lo que ha dado a Gala Night su longevidad. Para él, que decayera un espacio así, sería «un pecado».

¿Cómo nace Gala Night?
— Pues nació porque era una época en la que los touroperadores traían a los turistas a la isla y había una fiesta especial que había visto un señor que se llamaba John Egon, que era el delegado en Ibiza de Global Sun Flight, que llevaba la palabra barbecue. Entonces comenzamos a hacer ese barbecue en el año 1965 en sa Cova Santa. Pero floreció y hubo unos señores mallorquines, que eran Pere Salas y otra gente, que tenían un Barbacoa Palma que se llamaba Ses Rotes. Vinieron aquí a Ibiza, compró estos terrenos Vicent Bonet y montaron el Gala Night, que en aquel momento era el Barbacoa Gala Night Sant Antoni. Es decir, que se creó para hacer esta excursión típica para los ingleses. Era una excursión donde el cliente participaba un poco tostando sus salchichas al principio cuando llegaban, luego se les servía el pollo y más tarde unas costillas de cerdo y ensaladas, mucho porrón de vino y mucha sangría. La gente disfrutaba mucho y bebía mucho. Se procuraba que durara de las nueve a las diez de la noche. Después de las diez hasta la medianoche, se pasaba a la terraza y se acababa la fiesta. En total era desde las ocho hasta la medianoche, ese fue el origen para el que se construyó el edificio, para hacer barbacoas para los turistas.

¿Cómo era todo esto en aquel momento?
— Pues el espacio, en cuanto a metros cuadrados, era el mismo. Pero la ocupación interior era el doble prácticamente. Dentro ahora tenemos dos altillos, y en cada espacio poníamos mesas largas para 300 personas, así que teníamos espacio para 1.200 personas. Durante la cena teníamos los típicos guitarristas y cantantes que iban mesa por mesa animando a todo el mundo para que cantaran y pasaran un buen rato.

Así que ¿al principio era un sitio exclusivamente turístico?
— Sí. En la gran chimenea donde ahora cocemos las paellas y los sofrits pagesos, era un sitio en el que teníamos seis brasas de cinco metros de largo cada una y hacíamos: fuego, pollo, fuego, lechona, fuego, pollo, fuego, lechona… de forma que el cliente cuando llegaba veía ese show, que era fantástico, ver esa cantidad de carne dando vueltas al lado del fuego. Y cuando estaban sentados se sacaba la carne de los hierros y se comenzaba a trocear la carne. Era realmente una barbacoa, carne a la parrilla con leña.

Tenía que ser algo pintoresco ese espectáculo de música y carne, explíqueme algo más del ambiente.
— En aquella época era indispensable que durante la cena de los turistas, siempre hubiera un grupo de animadores. Eran siempre tres o cuatro guitarristas con un cantante, sin micrófonos, todo a capela, que pasaban entre los bancos y las mesas. Cantaban canciones muy conocidas por los turistas, con lo que también cantaban con ellos. Era muy interesante, porque daba mucha alegría a la fiesta.

¿Cuándo pasan a hacerse otros eventos?
— Poco a poco, a partir de finales de los 70 y más en los 80 empiezan a hacerse bodas o eventos de alguna persona conocida, que pedía venir al Gala Night a hacer la celebración. Todo esto fue in crescendo, tuvo mucho éxito, porque era un local grande. Pero el crecimiento de verdad fue a partir del año 1990 hacia adelante. A partir de 2002 los touroperadores dejan de enviar guías para vender excursiones, el tema barbacoa se perdió. De hecho los dos últimos años hacíamos las barbacoas en el jardín. El edificio lo dedicábamos más a eventos de gente de Ibiza, como pueden ser bodas, bautizos, comuniones o grupos de tercera edad. Desde ese momento el 90% de los eventos los hacemos con gente de la isla. Todos los clubs de la tercera edad de la isla pasan por aquí a hacer sus celebraciones, los Ayuntamientos de Ibiza también organizan eventos con nosotros. Ahora la venta de excursiones por parte de touroperadores, a parte de las vueltas a la isla que vienen a comer rápidamente y se van, ya no se hacen.

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Recuerdo que en los 90, yo era pequeño, vine aquí a alguna boda, ¿ese es el momento en el que Gala Night se convierte en referencia como salón de banquetes?
— Tengo apuntado de aquella época que se hacían hasta 60 bodas en un año. Era la época en la que para contratar una boda venían siempre los padres con los novios. Lo importante en aquella época todavía era la comida. Comer mucho y bueno, era muy importante. Hoy día se mira más el tema de la decoración y lo bonito. La comida se tiene en cuenta, pero lo bonito se mira mucho hoy en día. La juventud es gente que ya no conoce el hambre, tampoco sus padres, por lo que a la comida se le da importancia pero no tanta. Se da más importancia, como yo digo, a las flores.

¿Cómo eran las bodas que hacían al principio?
— Había un menú único, se hacía paella y sofrit pagès, casi nadie cambiaba. Toda la gente que venía a una boda quería una buena paella y un sofrit pagès. Todo eso ha ido cambiando mucho. Algunas familias ibicencas siguen queriendo paella, sofrit o las dos cosas. También piden una marinera y después un sofrit. Pero te diría que ahora un 70% u 80% ya no piden estos platos. Paella se sigue pidiendo bastante, arròs de matances, o arroz marinera, si es por la noche. Pero los platos ahora son el solomillo, el entrecot, o sencillemente carne a la brasa con sus guarniciones, pescado al horno… hoy día nos hemos adaptado a lo que pide el cliente. Se hacen muchos entrantes. Hay mucha variedad de platos y cocina de autor.

¿Se ha pasado de la importancia de la comida a la del aperitivo y la fiesta posterior?
— Exacto, ahora se aprovecha mucho el aperitivo, que lo solemos hacer en la terraza si el tiempo acompaña. Se hace un aperitivo copioso y después se pasa al comedor para servir la comida. Normalmente, casi la totalidad de las fiestas siguen con un DJ o una orquestilla, con barra libre, música...hasta altas horas de la madrugada.

¿Qué ofrecen en la actualidad? Porque el Gala Night nace como barbacoa, pero hoy día tienen un complejo con muchas actividades.
— Es la adaptación que hemos hecho a las circunstancias. A parte de tener el tema de la comida en el comedor, tenemos el parque recreativo, que un principio se llamaba Fantasilandia. Es una zona donde se puede hacer de todo: música, restauración, mercadillo… Hoy día, de cara a la gente de Ibiza y también al turista que visita la isla, hemos enfocado el negocio en esta dirección. Ahora trabajamos más en el jardín que aquí. Ahí organizamos todo tipo de fiestas, unas más como parque, las otras más musicales. Traemos DJ a la zona, artistas que hacen performance, espectáculos. Es una animación que tiene mucho éxito entre personas de 20 a 35-40 años que buscan este tipo de fiesta. A la gente mayor le gustaba más bailar un paso doble o un vals. Tenemos también una zona de paintball, donde se celebran cumpleaños, despedidas de soltero, grupos de amigos que vienen a jugar. El que viene aquí en verano puede tomarse una bebida, comerse una hamburguesa, darse un chapuzón en la piscina o escuchar música. Se pueden hacer muchas actividades en un mismo entorno.

Se han ido adaptando a las circunstancias en estos casi 40 años, ¿es la clave del éxito?
— Hemos tenido que hacerlo. Nos hemos tenido que amoldar y todavía nos cuesta. A veces nos quedamos rezagados. En Ibiza, todo el tema de los beach clubs ha crecido en muy poco tiempo. Nosotros, como tenemos espacio, intentamos ofertar diversidad de ocio. Pero también otras actividades, como por ejemplo nuestra escuela de verano, a la que vienen 200 niños a la zona de jardines. Y eso es fantástico para las familias y para nosotros. Económicamente no ganas dinero, pero socialmente sí ganas. Es muy bonito, y yo disfruto, porque al llegar aquí, sencillamente el poder escuchar a los chavales gritando y cantando ya es alegría para esta casa. Todo esto hace que podamos dar muchos usos a estas instalaciones. Y luego el tema discoteca, que como tal abre hasta la madrugada.

¿En qué trabajan ahora de cara a futuro?
— En lo que trabajamos ahora es en adaptar las instalaciones a lo que pide el cliente. Nos hemos dado cuenta por ejemplo con la terraza. Simplemente la hemos remodelado y ahora es un espacio que les encanta a los clientes. Disfrutan haciendo la primera parte aquí y después, ya cuando entran al comedor, se encuentran en algo muy diferente. Estamos pensando en darle continuidad, que exista una continuidad visual entre lo que es terraza y lo que es el comedor. Para poder hacer esto hacen falta nuevas generaciones. Yo ya no trabajo, yo vengo porque disfruto viniendo aquí. Leo el periódico, estoy con ellos, les aconsejo y como conozco bien esto, si hay un problema técnico me preguntan a mí porque sé por dónde van las tuberías. Pero las que llevan el negocio y ven el futuro son los jóvenes. Mi hija María Antonia y Sara tienen visión de futuro para que este negocio no decaiga y se trabaje más y mejor. Tenemos la capacidad, tenemos el espacio, lo tenemos todo. Sería un pecado dejar que esto decayera. Y eso se hará adaptándonos al cliente, y eso lo hará la juventud sin duda.