Ayanta Barilli, finalista del Premio Planeta 2018 por Un mar violeta oscuro.

La escritora y periodista Ayanta Barilli inaugura hoy a las 19.30 horas en la biblioteca municipal de Ibiza, en Can Ventosa, la segunda edición del ciclo Dones Escriptores que organiza el Ayuntamiento de Ibiza y la librería Sa Cultural.

Nacida en Roma en 1969 Barilli atesora una amplia experiencia en la comunicación. Ha trabajado para COPE, esRadio, El Mundo o El Español, ha formado parte de los programas

Las noches blancas, El diario de la noche o Libros con Uasabi y actualmente dirige y presenta el magacine cultural A media luz en esRadio. Además, ha sido directora de casting en distintas películas, directora de la obra Kafka y la muñeca viajera, actriz en series de televisión y películas y directora artística en el Teatro Lara. En 2013 publicó Pacto de sangre junto a su padre, Fernando Sánchez Dragó, pero no ha sido hasta 2018 cuando se hizo un hueco definitivo en la novela española al ser la finalista del Premio Planeta con Un mar violeta oscuro.

—¿Es su primera vez en Ibiza?
—Realmente no. Estuve hace más de 30 años y la visita fue tan rápida que casi ni me acuerdo. Por eso ahora, aunque sólo estaré 24 horas, tengo muchas ganas de conocer algo más de Ibiza y Dalt Vila.

—Viene a presentar Un mar violeta oscuro que habla sobre mujeres en unas jornadas de mujeres escritoras. Parece hecho todo a medida.
—La verdad que sí. Estar en unas jornadas que homenajean a mujeres escritoras con mi novela es maravilloso. Es un lugar propicio para ello porque en Un mar violeta oscuro las protagonistas son tres mujeres que pertenecen a mi familia, mi bisabuela, mi abuela y mi madre.

—¿Es una novela biográfica?
—Totalmente. Son tres mujeres en distintos momentos de la historia del siglo XX y XXI. Me he inspirado en la increíble historia que tienen detrás para reconstruir sus vidas y completar un relato que pudiera ser atrayente para el lector.

—¿Hoy se podrían repetir sus casos?
—Esperemos que no. Ten en cuenta que a una la encierran en un manicomio, otra pasa dos guerras mundiales y la tercera, mi madre y la que quizás esté más pegada a la actualidad, fue víctima de unas decisiones completamente inadecuadas, ajenas y propias. Afortunadamente los tiempos han evolucionado y hay una importante parte de esa batalla que ya hemos ganado. Aún así no hay que ser autocomplacientes, pensando que ya se ha conseguido todo. Hay que seguir luchando para no perder todos esos derechos que hemos logrado las mujeres.

—Las protagonistas son fuertes y luchadoras. Hay quien dice que son un ejemplo a seguir. ¿Lo cree así?
—No lo sé. Los ejemplos a seguir son como los consejos, son muy relativos y depende de quien los de o quien los recibe. Si es cierto que son mujeres luchadoras y fuertes que seguramente ayuden al lector a conocer una faceta muy interesante de nuestra historia que no ha sido muy narrada en la literatura.

—Usted también es periodista. Ha hecho casi de todo. ¿Con qué se queda?
—¿Tengo que quedarme obligatoriamente con uno? (Risas)

—Mójese...
—(Risas). Me es muy difícil porque he tenido la inmensa fortuna de hacer trabajos que siempre he querido y que me han aportado muchísimo. Lo que he hecho en los medios de comunicación, el teatro o la interpretación forma parte directamente de mí misma y de un recorrido que me ha satisfecho muchísimo. Y espero que eso siga siendo así durante mucho tiempo.

—Ahora dirige A media luz en esRadio. ¿Se puede hacer un magacine cultural en los tiempos que corren?
—Por supuesto aunque para muchos parece que cultura sea esa palabra que está proscrita a la hora de vender algo. Hay muchos que piensan que es hablar de cultura y perder miles de seguidores al segundo.

—Lo siento, pero no estoy de acuerdo.
—Ni yo. Actualmente hay mucha más gente interesada por la cultura que nunca. Nunca se han leído tantos libros como ahora aunque haya un amplísimo sector de la sociedad que prefieran otros temas. De hecho, a mi a veces me dicen que no diga que a A media luz es un magacine de cultura sino de entretenimiento. No me importa pero tengo claro que la cultura nos aporta muchísimo y sin ella no seríamos nada.