El profesor Vicent Josep Matoses posa con su bicicleta eléctrica de carretera en la entrada del IES Xarc en Santa Eulària. | A.M.

A finales del curso lectivo 2015/2016, Vicent Josep Matoses Sendra, profesor de Física y Química en el IES Xarc, aparcó el coche para dar paso a la bicicleta como medio de transporte para ir al trabajo. La suma de coche y saturación de tráfico no daba la combinación deseada. La bici llegó para quedarse. Ahora, a sus 46 años, es su medio de transporte con el que va a clase. El viaje a dos ruedas lo hace desde Cas Serres hasta el centro de Secundaria en el pueblo de Santa Eulària. Una distancia de 18 kilómetros que recorre en poco más de media hora. Llueve, truene o granice, Matoses es firme en su elección: la bicicleta.

«¡Estás loco yendo en bici por la carretera de Santa Eulària!». Esa es una de las afirmaciones que más ha escuchado. Pero él lo tiene claro: no hay mayor locura que no cometerla cuando te llega la oportunidad. Su rutina no cambia durante los días de trabajo. A las 06.00 horas le avisa el despertador. Es el momento de levantarse de la cama. Tiene una hora para prepararse antes de salir de casa. A las 07.00 horas como muy tarde tiene que estar pedaleando porque una hora después da clase. Su ‘kit de viaje’ está compuesto, entre otras cosas, por una chaqueta diseñada para viajes transatlánticos, así como una mochila, pantalones y calcetines impermeables. El trayecto de Cas Serres al IES Xarc, y viceversa, lo hace montado en su Orbea eléctrica de carretera. Consume entre 30 y 35 minutos. El resto de tiempo lo dedica a ducharse y a vestirse en los vestuarios del centro. Si todo marcha sobre ruedas, antes de que suene la campana está listo para dar clase.

«Desde que voy en bici doy clase con menos estrés; me relaja mucho. Cuando iba en coche llegaba al trabajo más agobiado por la saturación de tráfico en la carretera», comenta. La bici le ha traído cambios positivos, pero no ha sido un camino de rosas. En los inicios, a finales del curso 2015/2016, se encontraba con muchos obstáculos. Pinchaba rueda «dos veces por semana», a pesar de que las cubiertas eran macizas. Y es que en los arcenes se encontraba nada más y nada menos que «clavos de hasta 15 centímetros, tornillos y vidrios». Además, las infracciones de los conductores al volante también le pusieron en alerta.

Ha cambiado cuatro veces de bici desde que dejó el coche: primero una mountain bike de doble suspensión, después una de carretera, más tarde una Fat Bike y ahora una Orbea eléctrica de carretera. Con todas estas bicicletas ha pinchado rueda en 10 ocasiones, además de sufrir la rotura de una luz de seguridad trasera. Hablamos de un total de 700 euros en arreglos.

Malos recuerdos

En 2016 vivió un episodio para olvidar. Un todoterreno le golpeó levemente mientras circulaba con la Fat Bike por el puente de Jesús. El conductor del vehículo se fugó, quizás porque «no se dio cuenta». Matoses no sufrió heridas. Todo quedó en un susto. Pero podría haber sido peor. A partir de ese momento, decidió instalar un retrovisor en su bici. El suceso de 2016 no es el primer mal trago que pasa. En otras ocasiones ha tenido que soportar cómo los coches le han adelantado «prácticamente pegados» a él.

Los viajes por la carretera de Santa Eulària le han servido para apuntarse una serie de reivindicaciones: «Echo en falta que se controle más el uso de los móviles al volante. He visto a mucha gente utilizando el WhatsApp mientras conducen. Eso es muy peligroso. Hay conductores que no piensan en el peligro que ello conlleva hasta que no le pasa a algún conocido. También hace falta más iluminación, así como la limpieza de los arcenes». Hacer una ruta escolar con bici desde el paseo de la Villa del Río hasta el instituto es otra de sus propuestas para incentivar el uso de la bici.

La mayoría de sus compañeros y alumnos ya le han bautizado con un apodo: «El profesor de la Fat Bike». «La mayoría sabe que voy en bici. Me conocen como ‘el de la Fat Bike’, la bicicleta que he llevado durante un tiempo. Incluso, se sorprenden cuando voy completamente mojado después de un día de lluvia», recuerda. Ya lleva cuatro años en bici… y los que le quedan.