Joan Gual de Torrella defiende que el ciudadano necesita el mar, sea de derechas o de izquierdas. | Jaume Morey

Palma verá en unos pocos años transformada su primera línea, con la reforma del puerto del Molinar, que acaba de empezar, la del Passeig Marítim, el Moll Vell y el Contramuelle-Mollet. Son proyectos de la Autoritat Portuària de Balears (APB) impulsados por su presidente, quien tiene muy clara la necesidad y deseo de los ciudadanos de abrir la ciudad al mar.

Si algo ha definido su gestión ha sido siempre la búsqueda de consenso con los municipios
—Es imprescindible, porque hemos realizado una gestión enfocada tanto a la operativa portuaria, que es el día a día, como a la parte urbana de los puertos, algo fundamental a lo que hemos querido dedicar estos años. No hay que perder de vista que la parte urbana de los puertos es la ciudad y tenemos que tener una sensibilidad compartida con los municipios y esto es lo que hemos hecho. La gestión que he realizado ha estado enfocada a que los ciudadanos no perciban que hay una línea de obstáculos entre la zona urbana y la zona portuaria, tanto en Palma como en el resto de puertos.

¿Cuándo comenzará a construirse la estación marítima de Botafoch en Eivissa?
—Ya, en unas semanas.

¿Y la estación marítima de los ferris entre Eivissa y Formentera?
—Está pendiente de la aprobación por parte del Ministerio de Fomento de la nueva delimitación de los usos del puerto, que es un trámite administrativo que está llevando mucho tiempo.

¿Está satisfecho con el cierre del puerto de Vila a vehículos durante todo el año? Las quejas de vecinos y comerciantes del barrio de la Marina persisten y creen que esa medida es la culpable de que el barrio sea un desierto en invierno.
—Creo que los modelos de ciudad tienden a que el ciudadano pueda usar la ciudad. Y el momento más complicado es el de la transición y yo creo que la experiencia nos dice que todos estos procesos son irreversibles porque además no lo admitirían los mismos usuarios ni los mismos habitantes o comerciantes de la zona. Con lo cual, pido que este tipo de transición sea observado con benevolencia, porque vamos hacia el modelo que realmente la mayoría de ciudadanos de Ibiza y sus visitantes quieren y disfrutan.


¿A cambio el Ajuntament ha renunciado a solicitar la titularidad de esta importante vía?
—No tiene que ver un tema con otro. El Consistorio solicitó la transferencia en el pasado, pero actualmente ha renunciado a ello. El Passeig Marítim es una vía de conexión entre dos partes del puerto, es totalmente portuario, pero en un momento determinado se convirtió más en una vía urbana que en portuaria y en ese momento un alcalde y un presidente de la APB se pusieron de acuerdo en transferir la vía a la ciudad. Se iniciaron los trámites pero al final se renunció a esta idea y ahora sigue siendo una vía competencia del puerto. A partir de ahí, qué pasará en un futuro, si Cort lo reclamará o no, pues ya se verá.

¿Qué actuaciones se están llevando a cabo en Formentera?
—En Formentera acompañamos al Consell en su estrategia de ordenación de su oferta turística y fundamentalmente la acción en esta isla va a consistir en convertir La Sabina no solo en el núcleo portuario de Formentera sino en el núcleo para que las personas lo puedan disfrutar con un paseo marítimo que va a recorrer todo el perímetro del puerto.

Acaban de comenzar las obras de remodelación del puerto del Molinar, ¿qué consecuencias cree que habría tenido si se hubiera ejecutado la ampliación que preveía el proyecto inicial?
—Creo que si se hubiera ejecutado el proyecto inicial hubiéramos privado a los ciudadanos de Palma de una primera línea de mar totalmente libre, con vista al horizonte, como la que tienen ahora. Ese proyecto no solo perjudicaba a los vecinos de ese barrio, pues les introducía un flujo de tráfico inasumible para la trama urbana y les quitaba la vista estética que ellos tienen, sino que privaba al conjunto de ciudadanos de la única zona que queda de primera línea sin ningún obstáculo visual ni físico. Hay que pensar que desde la Autoritat Portuària hasta Andratx no hay primera línea, es decir, para acceder a la vista del mar hay que estar en una edificación. Lo único que queda libre en primera línea en la ciudad de Palma es la zona desde la Catedral hasta el Arenal y ningún interés de ningún ciudadano está legitimado para privar al conjunto de ciudadanos de esta circunstancia.

¿Qué opina del viejo proyecto de ampliar la playa urbana de Palma?
—En estos años lo que hemos hecho ha sido, en cierta manera, poner sentido común en el dominio público portuario, porque también había prevista una marina bajo de la Catedral y la creación de unos beach club entre el Portitxol y la Seu.

¿Con estas actuaciones queda completado el modelo Puerto-Ciudad que se ha querido implantar?
—En principio sí, con una primera línea del mar preservada en el Molinar, con una zona industrial definida en el Moll Vell, que es puntera en el mundo, con un Contramuelle-Mollet para uso de los ciudadanos, con un Passeig Marítim convertido realmente en un paseo y concentrando todos los ferris en el Dique del Oeste, el sitio más alejado de la ciudad. Creo que así queda definido el puerto de Palma, respetando la prioridad de que el ciudadano no encuentre en él ningún adversario. Hemos dedicado el trabajo de cuatro años a la parte urbana del puerto, esto es lo importante, porque la parte estrictamente portuaria está más que cubierta y faltaba la otra. Desde el primer día ha habido entendimiento con los partidos gobernantes. En el Molinar es donde ha habido más ruido, pero más por los intereses económicos que hay detrás que por otra cosa.