La Marina y el Mercat Nou se convirtieron durante unas horas en el barrio de las flores gracias a Feim Barri, Feim Flors. | DANIEL ESPINOSA

El barrio de la Marina y el Mercat Nou de Ibiza recuperaron ayer durante apenas unas horas el esplendor que tuvieron antaño y que solo lucen en la temporada estival. Entre decenas de carteles de Se alquila, Se traspasa y Se Vende y con muchos comercios cerrados esperando que llegue finales de mayo, la iniciativa Feim Barri, Feim Flors, impulsada por el Ayuntamiento de Ibiza, lo transformó todo convirtiendo la zona en el barrio de las flores.

De hecho, nada más cruzar la Plaza del Parque y al entrar en el carrer Anibal, conocida popularmente como la calle de las farmacias, unas preciosas flores colgadas en un arco daban la bienvenida y anunciaban lo que estaba por venir. Después, a escasos metros, en la Plaza de la Fuente, Luisa, de la floristería Kentia, recibía a los visitantes en su puesto repleto de orquídeas, rosas, flores de exterior y de bodas y sus kokedama, una composición vegetal de origen japonés relacionada con las técnicas del bonsai o el ikebana. Lo mismo que los estudiantes y profesores del curso de floristería que se imparte en Can Marines, y que se esforzaban por ofrecer a los asistentes los mejores centros florales de toda la jornada.

Todo esto se multiplicaba cuando llegabas al Mercat Vell. Allí, todo eran flores y turistas y familias cargados con sus teléfonos móviles para inmortalizar cada momento. Había todo tipo de puestos y todo relacionado con las flores, tanto para mayores como para pequeños. Estos últimos tenían su propias mesas con manualidades, talleres, pintacaras y un simpático mandala que había que completar en compañía de Andrea colocando claveles. Incluso, muchos se atrevieron a practicar y llevarse a casa un tocado tradicional ibicenco.

Además, la cuesta del Rastrillo, antes de llegar al Portal de Ses Taules, lucía preciosa. Los culpables eran los miembros de Ikebana, encargados de decorar el portal y la subida con un cultivo de Vigilia. Con los colores de la bandera del Vaticano estaba realizado de forma ecológica con varias especies aromáticas de la isla como la murta, el Ornithogalum, el palmito, la mimosa o el Antirrhinum y el resultado era sencillamente espectacular.

Y todo ello amenizado con la música de la banda The Gecko Bandits, una banda de reciente creación que fusiona géneros folklóricos europeos y de otros continentes, y con las demostraciones de ball pagès que mostraron una veintena de balladors y sonadors de Sa Colla de Sa Bodega. Después, a las 13.00 horas fue el turno de Muriel Grossman Quartet y de Arrels a eso de las 18.00 horas.