«Toda nuestra vida ha cambiado desde la muerte de Santi. Todo es muy triste». Son algunas de las desgarradoras declaraciones escuchadas ayer por la sala en la segunda sesión de la vista por el crimen del joven ibicenco Santi Garrido. Ayer era el turno de los familiares de la víctima. El padre y el hermano pequeño de Santi, visiblemente afectados, dejaron algunos de los momentos más duros en la sala.

La Audiencia Provincial celebró ayer la segunda jornada del juicio por la muerte violenta de Santi Garrido. El tribunal del jurado escuchó ayer los testimonios de los familiares y de los agentes de la Policía Nacional que investigaron el caso de la muerte del joven ibicenco, que falleció el día de Navidad de 2017 tras recibir un botellazo en la cabeza.

Jesús Garrido relató los últimos instantes que compartió con su hijo en Nochebuena. Así, recordó que durante la cena en familia le enseñó el teléfono móvil. «Estaba como loco con su móvil último modelo». Remarcó que Santi era un chico «sano y trabajador». Con la voz rota por los recuerdos, Jesús apuntó que «ahora todo es muy triste y duro». En este sentido, hizo hincapié en que las Navidades pasadas han sido muy duras para todos, especialmente para el hermano pequeño de Santi.

El hermano declaró entre lágrimas que «todo ha cambiado». A raíz de la muerte de Santi la familia ha necesitado de tratamiento psicológico.

La familia describió a Santi como un joven pacífico, trabajador y sano. Apuntaron que estaba realizando un curso de socorrismo para trabajar y vivía con su novia. Fue la pareja de Santi y un hermano los que accedieron a su cuenta de Google y vieron la geocalización del teléfono móvil.

El rastro del teléfono

Esas primeras pesquisas realizadas por la familia fueron el embrión de la investigación policial. Durante la jornada de ayer la sala también escuchó las declaraciones de los agentes de la Policía Nacional que investigaron el caso.

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Explicaron que los agentes estudiaron los posicionamientos del móvil del joven de 23 años y lograron situar el terminal en una casa okupa que frecuentaban los acusados, llena de pintadas de un grupo llamado ‘los Guasones’. Los agentes relataron que los datos que arrojó la cuenta de Google del smartphone revelaron que la noche del crimen el joven interrumpió el camino hacia su casa en la confluencia de las calles Asturias y Formentera, pero después el terminal tomó una dirección opuesta. Además, también aumentó la velocidad del desplazamiento. Así, el joven llegó al domicilio, pero no el móvil, que había tomado otro rumbo y llegó a la casa okupa, donde fue finalmente desconectado a las 5.52 horas. El DNI y la tarjeta de crédito de la víctima fueron hallados bajo un contenedor en la calle Galicia.

El teléfono móvil se convirtió en la principal pista objetiva. La víctima llegó a su casa sangrando, hacia las 06.30 horas, y se acostó. Cuando su madre fue a despertarle a las 12.00 horas para celebrar la Navidad, lo encontró muerto.

Posteriormente, el teléfono volvió a ser conectado en Barcelona. Resultó que estaba en manos de un tercero ajeno a los hechos, y que le había llegado a través de un contacto de una tienda de móviles en Ibiza. Según los testigos, el grupo de los acusados lo había llevado al establecimiento y más tarde quisieron recuperarlo. La casa okupa tenía una gran pintada con las palabras ‘los Guasones’ y la UFAM de la Policía Nacional tenía abierta una investigación respecto a este grupo a raíz de denuncias que lo describían como una banda criminal.

Uno de los 23 testigos que compareció ayer y que vincula a los acusados con el grupo, afirmó haber recibido amenazas por testificar.

Para hoy está prevista la conclusión del juicio con las periciales.

EL APUNTE

El jurado deberá deliberar y acordar un veredicto

La conclusión del juicio por el crimen de Santi Garrido está prevista para hoy. Una vez elaborado el llamado objeto de veredicto, el jurado empezará su deliberación y, cuando llegue a un acuerdo, hará una lectura pública del veredicto. Steven G.Z., el principal acusado y considerado autor material del botellazo que acabó costándole la vida al joven ibicenco de 23 años se enfrenta a una petición fiscal de 18 años de prisión por los delitos de homicidio y robo con violencia. En su declaración, negó los hechos y alegó haber consumido drogas.