El principal encausado, en primer plano, se enfrenta a una petición fiscal de 18 años de cárcel. | Alejandro Sepúlveda

La autopsia de Santi Garrido, la víctima del crimen de Ibiza la Navidad de 2017, descartó la posibilidad de una caída accidental, según ha explicado este jueves la forense encargada del estudio ante el Tribunal del Jurado que juzga estos hechos.

La doctora que practicó la autopsia ha declarado como perito en la tercera jornada del juicio, que se celebra en la Audiencia Provincial de Baleares. Las lesiones revelaron que la víctima, de 23 años, recibió un golpe «con una energía cinética importante» y con un «instrumento romo» y «contundente», con una «superficie lisa».

En este punto, el juez ha pedido a la forense que detallara para el jurado posibles objetos con los que se pudo efectuar el golpe, a lo que la experta ha enumerado como ejemplos «un palo o una botella». Precisamente, las acusaciones sostienen que uno de los acusados agredió a la víctima con una botella casi vacía de ron marca Brugal, de la que había estado bebiendo junto al otro acusado y sus novias.

La forense también ha resaltado la fuerza del golpe porque logró romper un hueso del cráneo cercano al peñasco -el hueso temporal izquierdo-, que «no es un hueso débil, sino robusto», ha enfatizado.

El cuerpo tampoco presentaba signos de defensa y el golpe se efectuó de izquierda a derecha. La forense ha indicado que tuvo que hacerse o por sorpresa o fuera del campo de visión de la víctima.

Además, el cuerpo presentaba lesiones en el lado opuesto de la cabeza que indicaban que había sufrido un «contragolpe» por caerse debido al impacto. Esta caída, según la forense, tuvo que ser al menos desde la altura de la víctima hasta el suelo, y no estando sentado o contra una pared, por la energía cinética que denota el impacto.

Después del impacto, el joven debió permanecer aturdido un momento y la forense ha negado que pudiera levantarse inmediatamente. Esto contradice las versiones de uno de los acusados y de sus parejas, que decían que el joven agredido -que en ningún caso identifican como la víctima, sino como otra persona de etnia latina- se cayó apoyado en una pared y que se marchó caminando de inmediato.

Según la experta, la víctima sí pudo tener al cabo de un rato un «momento de lucidez» pero después «poco a poco» irían apareciendo síntomas «a medida que va haciéndose el sangrado más grande» y aumentaba la presión en la cabeza, conllevando alteraciones en la respiración, la función cardíaca y la aparición de aturdimiento y somnolencia.

El traumatismo que sufrió la víctima, con una importante hemorragia interna, permitía una «supervivencia corta», según la doctora, que sitúa en las 11.00 horas la hora del fallecimiento. Las cuatro primeras horas hubieran sido críticas para poder realizar una intervención quirúrgica para intentar salvar su vida, pero el joven llegó a su casa, se limpió la sangre que le salía del oído y de la nariz y se acostó. Su madre lo encontró muerto a las 12.00 horas, cuando fue a despertarle para celebrar la Navidad.

Los familiares de Garrido, entre ellos su padre y su hermano pequeño, por recomendación de su letrada han preferido abandonar la sala mientras se practicaba la prueba pericial, que incluye la exhibición al Jurado de fotografías de la autopsia. Los allegados del joven fallecido han salido visiblemente afectados.

También ha declarado este jueves el experto que elaboró informes sobre los perfiles genéticos que se pudieron obtener del cuerpo. Se tomaron restos de ADN hallados bajo las uñas del fallecido. La mayoría pertenecía a la propia víctima y se detectó otro componente residual desconocido y de muy baja calidad, que fue cotejado con las muestras de ADN de uno de los acusados sin arrojar coincidencia.

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DETENIDO EN EL ÚLTIMO MOMENTO UN TESTIGO FUGADO

Uno de los testigos citados para la sesión anterior no había comparecido y estaba en paradero desconocido. Tampoco había sido encontrado cuando ha arrancado la sesión de este jueves y la Audiencia ha informado de que se encontraba en busca y captura por un asunto de violencia de género. Según la acusación particular, también se le buscaba por receptación de bienes robados.

Se trata de un amigo de los acusados al que supuestamente habrían entregado el móvil robado a la víctima en la casa okupa que frecuentaban. Según los testimonios de los implicados, les acompañó a una tienda de móviles a la que llevaron el terminal para desbloquearlo. El teléfono acabó en manos de un tercero en Barcelona y fue localizado por la Policía cuando el nuevo usuario, ajeno a todo lo ocurrido, lo conectó.

Ante la imposibilidad de practicar la testifical, las partes habían decidido renunciar a ella. Cuando el juicio ya estaba llegando a los últimos trámites, después de un receso, la Audiencia ha anunciado que este testigo había sido detenido en Ibiza porque había sido finalmente localizado a través de su pareja.

El testigo ha confirmado que aquella noche los acusados llegaron a la casa okupa cuando ya estaba amaneciendo y que le entregaron un móvil «para que lo vendiera», cosa que hizo, aunque más tarde intentó recuperarlo. El modelo coincide con el de la víctima. También ha corroborado que le contaron que «se habían encontrado con alguien en Figueretes» y que había habido una pelea iniciada por el principal acusado, en la que utilizó una botella.

Cabe recordar que la Policía logró reconstruir, gracias a la información disponible en la cuenta de Google de la víctima, el recorrido realizado por el teléfono. Se detuvo cuando iba de camino hacia la casa de la víctima y después tomó una dirección opuesta, hasta llegar a la casa okupa, donde fue finalmente desconectado.

En el banquillo se sientan dos jóvenes, uno de ellos acusado por el fiscal por el homicidio y del robo del móvil de la víctima, y la Fiscalía pide para él 18 años de cárcel. Al otro le acusa solamente de agredir a la víctima sin causarle lesiones y le pide una pena de multa. En cambio, la abogada de los familiares de la víctima acusa a ambos de asesinato y pide 24 años de cárcel para cada uno.

Según el relato de Fiscalía, los hechos tuvieron lugar sobre las 5.40 horas del 25 de diciembre de 2017, en la confluencia de la calle Formentera con calle Asturias de Ibiza. El fiscal mantiene que uno de los acusados insultó a la víctima y le dio un 'botellazo', que le quitó el móvil y después se marcharon.

La Fiscalía pide 18 años de prisión para el acusado

La Fiscalía ha mantenido este jueves la petición de 18 años de prisión para el acusado del homicidio de un joven en Ibiza la Navidad de 2017, al que presuntamente atacó con una botella de cristal y le robó el móvil.

Durante su alegato final, el fiscal ha pedido al Jurado que «reflexionen» sobre «el valor de la vida como el bien más preciado» y se pongan «en la piel» de los familiares. Por su parte, la abogada de la familia ha mantenido su petición de 24 años de cárcel para cada uno de los acusados por asesinato.