Antonia Alanzol es la responsable del trabajo de la Guardia Civil en materia de violencia de género en las Balears. | DANIEL ESPINOSA

Antonia Alanzol es sargento de la Guardia Civil, policía judicial en el área de delitos contra las personas y responsable del Equipo de Mujer y Menor (EMUME) del Instituto Armado. Se encarga de la coordinación y fiscalización de todo el trabajo de la Guardia Civil en materia de violencia de género en las Balears y entre sus cometidos se encuentra formar en la materia a otros agentes, así como concienciar a los menores a través de charlas informativas que le llevan a viajar por todo el archipiélago. Alanzol destaca la importancia de la colaboración y coordinación entre todos los estamentos para prevenir y combatir la violencia de género, y pone en valor la educación como base para acabar con una lacra social que en los últimos años ha registrado un peligroso aumento entre los adolescentes.

—Balears suele ser una de las automías que encabeza las estadísticas en violencia de género. ¿A qué responde este negro reconocimiento?
—Las Illes Balears encabezan el índice de denuncias que se interponen por situaciones de violencia de género. Son datos reflejados por el Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género y el Tribunal Superior de Justicia. Se trata de denuncias formalizadas, luego hay que ver las valoraciones de riesgo y se lleva un seguimiento. Desgraciadamente, una víctima puede tener varios maltratadores, por haber tenido distintas relaciones y un mismo maltratador puede tener varias víctimas. No obstante, desde hace unos años se hace muchísimo hincapié en la formación de los profesionales para hacer frente a la violencia de género. En Balears se está trabajando mucho y con una labor de calidad en la formación de los profesionales. Día a día se hace hincapié en la formación y la concienciación. Esto no quiere decir que podamos evitar que vaya a haber una muerte por violencia de género, pero sí que se hace mucha labor preventiva.

—Esa labor preventiva debe venir marcada por la destreza para saber detectar dónde puede haber una situación potencial de violencia de género.
—La investigación en materia de violencia de género es bastante compleja. No es lo mismo un delito contra el patrimonio o de tráfico de drogas que un delito de violencia de género. Por ello, se enseña a tener la suficiente destreza como para que un guardia de cualquier puesto sea capaz de detectar una situación de violencia de género a partir de una serie de indicios. No es necesario que la víctima vaya a poner una denuncia, de hecho ése no suele ser el primer paso de una investigación por violencia de género y por ello la Ley nos habilita para trabajar de oficio, sin necesidad de denuncia. Hay que tener claro que no es un delito de los que se necesita denuncia para empezar a trabajar. Si la víctima no se ve capaz, no es necesaria la denuncia y para eso está la función interdepartamental que se está elaborando desde el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, que precisamente lo que hace es involucrar a todos los profesionales que de alguna manera estamos implicados en estos casos para que todos a la vez podamos trabajar en el mismo sentido y dar a la víctima la protección y asistencia que requiere para salir de esta situación.

—La colaboración y coordinación entre cuerpos policiales es fundamental...
—Es clave y es imprescindible. Si no trabajamos todos en el mismo sentido lo primero que ocurre es una revictimización de una mujer, de una víctima que ya de por sí se encuentra en una situación muy complicada, que es muy difícil de asumir y de afrontar, y si no estamos todos remando en la misma dirección es muy complicado que una víctima pueda salir de una situación tan grave como es la violencia de género.

—Una situación grave que cada vez afecta a más jóvenes.
—La verdad es que hay muchos casos y desgraciadamente, cada vez más. Desde 2007 se ha notado mucho el incremento. Yo he estado en policía judicial y la cantidad de casos de adolescentes es asombrosa, muy preocupante. Ha ido en aumento y ahí sigue. Además, debemos hacer hincapié en que tenemos un problema de concepto porque aunque no le pegue o no la viole es violencia y violencia sexual. La escala de la violencia va en aumento y no empieza con un bofetón, antes ya ha habido una violencia no física. Si un chico sale con una chica y de primeras le pega, lo normal es que la chica deje esa relación. Lo que sucede es que suele haber una progresión y con el tiempo ella se va involucrando en la relación de tal manera que no sabe para donde tirar: por un lado no le gusta porque sabe que es una situación desagradable, pero por otro lado no sabe qué hacer. Y ahí surge otro problema porque desde fuera va oyendo mensajes como «no haberte metido» o «si está es porque quiere». Nos falta ese punto de conciencia del resto de la gente que pueda decir yo le voy a echar una mano, voy a hacerle compañía o hacerle ver que tiene una salida y que puede ser rescatada de una situación que seguro que es indeseada. Cuando eres una niña tienes el hándicap de la inocencia y la indefensión e incluso no eres consciente de que eres una víctima. Cuando vamos a las charlas, al final, siempre alguien te pregunta por una situación particular y en los institutos, trabajando con adolescentes ves los codazos. Es muy importante que los menores tengan conocimiento de estas situaciones y que los servicios profesionales que hay alrededor (profesores, servicios sociales…) sepan identificar un indicio de violencia. Uno a lo mejor no indica nada, pero dos o tres ya deben encender las alarmas.

—Antes comentaba la importancia de la coordinación y la colaboración, la educación también tiene su relevancia.
—La educación es muy importante, fundamental. Hay que educar mucho. Nos estamos encontrando con situaciones de violencia de género con adolescentes, cada vez más. Hasta hace no mucho se pensaba que la violencia de género estaba muy personalizada entre los mayores por haber sido criados en una sociedad patriarcal, pero estamos advirtiendo muchos casos entre menores. Son influcencias y modos sociales que están arraigados desde hace muchísimo tiempo y que no terminan de desprenderse de esta manera de criar y educar a nuestros niños. Lo que podríamos entender como el ‘lado más romántico de la violencia de género’: las canciones, la música, ideas como ‘si no tiene celos es que no me quiere’, ‘el amor duele y para eso hay que sufrir’, estereotipos presentes en películas o letras de canciones son conceptos que lo van oyendo las niñas y niños y son mensajes que al final les van quedando, calando, y son modos de vivir y de comportarse erróneos. El control de las redes sociales, del teléfono y otros tipos de coacciones que puede sufrir una niña no lo asume como tal porque una niña de 14 años es muy víctima en estos casos. Por otra parte, si le cortas las redes sociales le estás aislando y hoy en día la mayoría se comunican por redes sociales o Whatsapps. Un novio le puede coartar obligándole a quitar un like o obligándole a dejar de seguir a tal chico. Son actuaciones que le están aislando y eso ya es violencia de género. Ahora tenemos otros tiempos, otras modernidades, pero no deja de ser violencia de género.

—Y la sociedad también debe asumir su porcentaje de responsabilidad.
—Así es. Tenemos que involucrarnos todos. Es muy fácil mirar para otro lado porque la gente no quiere problemas, pero hay que cambiar esta tendencia. Hemos ido a casos con víctima mortal en los que el entorno te habla de gritos y discusiones, pero que no lo denunciaron porque «no iba con ellas o por si molestaban» a los implicados. Hay que acabar con ese «yo no quiero problemas». Insisto, y es un mensaje que debe calar en la sociedad: no hace falta el DNI ni tendrás que acudir a declarar en un cuartel o juzgado, nos basta con que alerten del hecho y la Guardia Civil ya se encargará de la investigación.

—¿El mínimo indicio puede ser vital?
—Efectivamente. Cualquier noticia que nos pueda llevar a sospechar de una situación de violencia de género nos vale para iniciar una investigación sobre una posible situación de maltrato a una mujer o a unos niños. A partir de ese momento, se realizan unas gestiones y se verifica si hay o no caso.

—Su labor le pone en contacto con jóvenes pero sus charlas están dirigidas especialmente a la formación de agentes.
—En la agenda llevamos charlas o conferencias sobre violencia de género y también jornadas de formación a policías locales. Aceptamos todas las invitaciones que nos mandan porque la formación y la concienciación es muy importante. El EMUME de la Guardia Civil se encarga de la investigación de delitos graves en los que las víctimas son mujeres o menores. A diferencia de la Unidad de Familia y Mujer (UFAM) del Cuerpo Nacional de Policía, en la Guardia Civil la protección es dada por las unidades de Seguridad Ciudadana de los diferentes puestos. Estos guardias son los que se encargan del seguimiento de los casos de violencia de género. Todo aquel que presta un servicio de seguridad ciudadana está o debe estar preparado con los conocimientos suficientes para afrontar este tipo de función y por eso mismo lo que se hace desde la Comandancia de la Guardia Civil y desde la Delegación del Gobierno es proporcionar la mayor cantidad y calidad de formación posible a los profesionales que estarán a cargo de este tipo de funciones.