Esfuerzo. Alberto Fernández está al frente del único Centro de Salud Oral Integral de la isla. | MARCELO SASTRE

La Cínica Fernández lleva 50 años dando servicio en la ciudad de Eivissa. Durante este tiempo, ha pasado de ser una consulta odontológica tradicional a figurar como único Centro de Salud Oral Integral de la isla y como centro de referencia internacional en los últimos avances en Rehabilitación Oral. Al frente de la clínica, está Alberto Fernández, médico especialista en Implantología y Cirugía Oral y estomatólogo, que cuenta con un completo equipo cuyo objetivo es tratar cada caso de forma individualizada para que el paciente se beneficie del resultado.

¿De dónde viene su pasión por la Odontología?
—Soy descendiente de una saga de dentistas. En mi familia siempre se ha tirado para lo militar o lo médico. Me he formado en Odontología, aunque soy un poco mestizo. Me explico, existen todavía odontólogos, que no tienen el título de médicos y estomatólogos. En este sentido, el fundador de la saga Fernández, mi padre, que también era estomatólogo, inició su trayectoria hace 50 años colegiándose. Tuvo un carácter pionero, aunque aquí ya había dentistas establecidos, él fue el que apostó por una odontología moderna en la isla. Hizo ver a la sociedad la importancia de un cuidado de la salud oral y de esos inicios que no fueron fáciles hasta hoy, que aunque no es fácil tenemos más información y todo es más rápido. Esto es mejor para el paciente, pero para nosotros supone la angustia de estar en formación continua.

Habla de que los inicios no fueron fáciles, ¿tenía que ver el desconocimiento de la profesión?
—Inicialmente había mucho respeto a la profesión. Hoy en día eso ha cambiado mucho, ya no hay tanto cuidado por lo que va a decir un compañero y se suele hacer de forma espontánea. Todo requiere esfuerzo, nada es por azar. Antes quizás no había tantas críticas destructivas como ahora entre compañeros y ahora es el pan nuestro de cada día. Resulta importante defender lo que es el respeto a la profesión, que es el respeto a las personas. Nos dedicamos a la salud de los pacientes, por ello deberíamos protegernos entre nosotros. Muchas veces nos vemos condicionados por el paciente, por su forma de actuar, hace que todo sea complicado. Hay que romper una lanza a favor de los pacientes y de los compañeros.

¿Qué considera que es lo más bonito de su trabajo?
—Sería muy políticamente correcto diciendo la sonrisa. Pero realmente no creo que lo que justifique todos nuestros esfuerzos sea la sonrisa. Lo que lo hace es cuando el paciente reconoce el esfuerzo y lo valora y, a veces, hay pacientes que no tienen motivos para sonreír. Por eso no busco una falsa sonrisa, lo que busco es la aceptación por parte del paciente. A mí lo que me satisface es que un paciente me diga que está perfecto. Detrás de una sonrisa, la gente puede pensar que hay salud y, detrás de la sonrisa, se pueden ocultar muchas patologías. Yo detrás de la sonrisa, busco que el paciente se encuentre socialmente restaurado en cuanto algo que se le ha hecho en la boca, que psicológicamente se encuentre bien. Si además se asocia a una sonrisa favorable que el vulgo reconoce como perfecta, ideal.

Lo que sí que parece una realidad es que hay mucha gente que tiene pánico a ir al dentista.
— No te lo puedes imaginar. Hay un círculo vicioso que se establece entre el miedo intrínseco que tiene el ser humano a recibir dolor, el coste y la vergüenza. Todo eso demora que se reciba la terapia adecuada y esa demora hace que dé más vergüenza, que suponga más gasto y que se acompañe de más dolor. La única manera sensata y coherente que veo de romper ese círculo es anteponerse a que todo eso sea una realidad. Si la sociedad fuera consciente de las bocas que vemos, casi medievales, dejarían de pasar vergüenza. Para nosotros cuando una boca, por muy deteriorada que esté, se acompaña de un paciente sano, proactivo a la hora de colaborar, y ve esto como un trabajo en equipo, no hay boca que no se pueda resolver. Tu boca, si tú nos dejas, está curada.

¿Qué les dice a aquellos pacientes que se quejan de que los tratamientos odontológicos son caros?
— Yo siempre digo que no es caro, es costoso. Imagínate que quieres comprarte una mesa; vas a cualquier sitio que las vendan y tu mesa va a ser la misma que la que me pueda comprar yo. Hay un patrón y a partir de ahí salen centenares de ellas. Si, por ejemplo, quieres que tu mesa sea de una forma u otra, con un color determinado, etc, hace que esa customización permita al cliente tener una joya. Y eso es lo que hace que sea tan costoso. Hay dos tipos de odontología fundamentales: la directa, que es todo lo que hacemos encima del paciente, e indirecta, en la que el entorno es muy hostil porque está todo mojado, hay bacterias, etc. estamos manejando estructuras que son vitales, que están vivas. Cuando tienes que manejar patologías la cosa cambia. Somos constructores, salvando la diferencia, de situaciones patológicas. Manejamos, constantemente, entornos que están enfermos para mejorar la salud de la gente.

De cara a las elecciones generales, PSOE, PP, Ciudadanos, Unidas Podemos y Vox llevaron medidas relacionadas con la salud bucodental, desde dentista gratis o tratamientos para las personas más vulnerables. ¿ Esto es viable?
— Yo soy un ser apolítico y prefiero no opinar al respecto.

¿Pero cree que se podría llevar a cabo?
— Estoy seguro de que es absolutamente imposible que el Estado se haga cargo de la enorme carga asistencial que requiere la Odontología. Considerar que eso se pueda hacer por medio de la sanidad pública es como decir que se van a pagar las vacaciones de todos los trabajadores al país que ellos quieran; se gastaría menos dinero haciendo eso que atendiendo a la sanidad pública de todos los pacientes a nivel odontológico.

Ahora que empieza la temporada alta, ¿tienen más o menos trabajo?
— No tenemos diferencia. El volumen de carga asistencial es el mismo, lo único que en verano la gente viene con la ropa más corta. Las patologías son las mismas, las necesidades son las mismas y quizás se acompañe más de un tipo de paciente que no perseguimos. Aquel que busca la resolución de la urgencia y eso lo recibimos, por lo menos en mi caso, desde el hastío de que nos siguen viendo como profesionales de comarca y no son conscientes de la enorme calidad asistencial que hay en la isla. Lo que estamos viendo desde los últimos 5-6 años es todo lo contrario y es que hay gente que está viniendo de fuera de Ibiza, exclusivamente aquí, para recibir tratamientos odontológicos. No hablo de áreas deprimidas, si no de primeras capitales nacionales o internacionales que vienen buscando tratamientos de alta calidad.

¿Qué tipo de tratamientos?
—Normalmente cirugías reconstructivas a nivel del hueso alveolar y cirugías de cargas inmediatas; esto supone operar a un paciente y que se vaya, en el mismo día, con dientes fijos.

¿A qué se debe que se desplacen a Ibiza para hacerse este tipo de cirugías?
—Por h o por b, nos hemos especializado en ese campo. Hemos tenido la suerte de tener aceptación, tanto a nivel nacional como internacional, en cuanto a la metodología que tenemos para hacer las cosas, los protocolos que seguimos y la casuística que tenemos. Esto genera interés por parte de los compañeros, que vienen aquí a formarse, y sin quererlo ha habido una pequeña difusión de esa opción de decir que hay sitios donde pueden resolver tu caso con el máximo de garantías. A los pacientes hay que decirles que aquí, no solo nosotros sino también otros compañeros, estamos consiguiendo un reconocimiento que permite que se hagan tratamientos de alta complejidad en el entorno de esta magnífica isla.

¿El paciente es conocedor del trabajo que hay detrás de cada tratamiento?
—Lanzo una segunda lanza al respeto de la profesión médica. Creo que se ha ido deteriorando en cuanto al respeto a pesar de la calidad de salud pública que tenemos a nivel nacional, que es espectacular. No sé si el paciente percibe lo que le ofrece la sanidad pública. Yo nunca he sabido si justo es darle a todos lo mismo o a cada uno lo que se merece. Yo no sé si la gente es consciente de lo que cuesta estudiar Medicina, tenemos clases de lunes a sábado, exámenes de cuatro o cinco horas, una enorme carga teórica y práctica y el deber de superar una oposición. Te aseguro que cualquier persona que ha estudiado Medicina , ha superado una oposición y se ha enfrentado a una especialidad donde buenamente ha podido, entiendo que, por lo menos, merece el respeto de la gente. Y no los insultos que se reciben a diario.