La programación se ha trasladado al Palau de Congressos | DANIEL ESPINOSA

La organización del festival Barruguet ya lo tenía previsto. «En caso de mal tiempo los espectáculos marcados se realizarán en el Palacio de Congresos», indicaba un asterisco en la programación. Ocho horas de juegos en la calle en el Passeig de s’Alamera había programadas para la jornada de ayer. Las empresas encargadas hicieron el traslado y a mediodía decenas de niños ya circulaban por la primera planta del Palacio de Congresos sobre coches hechos a partir de troncos de madera, ruedas de bicicletas viejas, paelleras o tablones lijados de lo que había sido un baúl.

También se colocaron en esta planta los juegos reciclados de Lîla. Un cañón de canicas giratorio para encestar dentro de cazos (¿encazar?), otro juego en el que dos personas competían por meter una pelota en la portería del contrario usando un manillar de bicicleta o un juego de cesta (este sí) en que había que pasar la pelota por tres aros para poder encestar.

Había un tercer rincón, el de la Ludoteca de Jardí, con sus juegos de mesa gigantes, sus puzles y sus juegos de habilidad que hacían las delicias de niños y adultos.

Teatro para todos

Pero la sala de juegos se vació a la hora del espectáculo Insomni de Dudu (Eduard) Arnalot. El hall que da acceso a la sala 1 sirvió de escenario. Un cordón rojo delimitaba la escena. En el centro un camastro metálico con un jergón y muchas almohadas de aspecto astroso. Sobre una mesita de tres patas, una jarra de latón y una taza de metal esmaltado.

Muchas familias se sentaban en el suelo a la espera del protagonista. Un señor en pijama con unas zapatillas de clown entra en escena. Tiene sueño y se va a dormir.

Con ese sencillo argumento Dudu desarrolla un espectáculo que cuenta con la continua complicidad del público. Cuarenta minutos de risas en los que el clown en pijama: hace sus rutinas para irse a la cama, saca a escena a un papá para que le cuente un cuento, se pone de mil posturas para intentar dormir en el camastro en el que apenas cabe, cuenta ovejas elegidas entre el público, pasea sonámbulo y organiza una pelea de cojines.

Sin duda en esta última escena de los cojines es donde el actor se juega el tipo. Repartir 20 o 30 cojines a niños e incitarles a una lucha de almohadas es un riesgo de descontrol absoluto. Sin embargo, la profesión es un grado, Dudu se hace dueño de la escena y todos los cojines acaban alojados sobre el colchón.

Tanto niños como adultos aplaudieron con fuerza tras un espectáculo en el que nadie se durmió.

Por la tarde, los personajes de Més enllà del bosc también tuvieron que pasear por dentro del Palacio de Congresos al son de música celta con muchas sonrisas y algunas caras de susto entre los pequeños que jugaban en el recinto

A lo largo de toda la jornada de hoy se podrá disfrutar de estos dos espectáculos, entre muchos otros, por todo el pueblo de Santa Eulària. Una alternativa de ocio más que interesante, teatro de mucho nivel, para disfrutar del domingo entre voto y voto.