Pablo Valdés (Reinicia), Pep Tur (PSOE) y la concejala tránsfuga, Cristina Ribas, durante un pleno en Sant Antoni. | Marcelo Sastre

PSOE-Reinicia Sant Antoni no han hecho una a derechas durante su mandato y no era previsible que lo hicieran ahora, por más que se suponga que, en teoría, el nuevo líder del proyecto político conjunto de ambas formaciones es Simón Planells (aunque yo sostengo que es la concejal tránsfuga Cristina Ribas), que está desaparecido en combate desde hace demasiados días, seguramente porque no ve ninguna posibilidad de reconstruir una mínima relación política con Proposta per Eivissa (PxE). Y en efecto, hay pocas por no decir ninguna. Es muy complicado ver crecer la hierba después de que una división de tanques (Pep Tur ‘Cires’, Aída Alcaraz, Pablo Valdés y Cristina Ribas) hayan arrasado todo lo que encontraban a su paso, ya se ve con qué acierto. De los cuatro, todos abandonan el barco pero muy a gusto y sin que les falte de nada, estoy convencido; excepto Ribas, que es la primera a la que debieron arrojar por la borda por polizona. No solo no lo hicieron, sino que la nombraron primer oficial.

Joan Torres, el concejal del PI despreciado por PSOE-Reinicia, acusado de ser alguien con quien no era posible trabajar -recuerden que se llegó a decir que tras la dimisión de Juanjo Ferrer y con la llegada de Torres al consistorio, todo se había complicado mucho hasta hacerse insoportable-, tiene en su mano escoger si el próximo alcalde de Portmany será Simón Planells (PSOE-Reinicia) o Marcos Serra (PP).

En virtud de su voto tan decisivo, sus exsocios que en enero sedujeron a Cristina Ribas para echar al PI del gobierno municipal sin quedarse en minoría, el martes pasado difundieron un comunicado de prensa reconociendo que igual se habían cometido errores y que sería comprensible que debido a ellos «los compañeros del PI» se hubiesen sentido molestos; pero que también se habían hecho muchas cosas bien. Con esta ridícula reflexión pretendieron que Torres se diera por satisfecho, tan imbécil deben considerarle. Pero no contentos con ello, además le apuntaron con la inofensiva artillería que les queda tras las elecciones del 26-M y le tildaron de «incoherente» si se le ocurría pactar con el PP y Cs, algo que calificaron de «regresión», como si los vecinos de Sant Antoni no hubiesen sentenciado con sus votos dónde ha estado la auténtica regresión.

El comunicado de PSOE-Reinicia, que mandaron firmar a Antonio Lorenzo porque no es fácil que alguien con criterio propio se pliegue a hacerlo (quiero pensar que Planells en ningún caso), no surtió el más mínimo efecto. Pablo Valdés, movido por la frustración de verse prisionero de los resultados de su propia estrategia política, optó una vez más por aliviarse en Facebook. ¿Cómo lo hizo? Pues como acostumbra: poniendo pingando a quien desde que le obligaran a abandonar el tripartito no es un «compañero del PI» sino un rival político a temer, que no confía en ellos y lo que es peor, que no podría nunca volver a hacerlo. O al menos mientras viese en las filas de aquellos que le necesitan imperiosamente a Cristina Ribas, la tránsfuga con quien creyeron enriquecer las filas socialistas vaciando las del PI, pero fracasaron rotundamente.

Quizás las acusaciones que ahora vierte Pablo Valdés sobre Torres sean verdad, pero son extemporáneas. Debió darlas a conocer cuando sucedió pero optó por ocultarlas. Ahora se apresta a difundir una insidia que en nada le beneficia, creyendo que así desprestigia a Joan Torres. Pero lo que hizo el jueves Valdés fue dinamitar toda posibilidad de pacto de la izquierda con PxE para gobernar en Sant Antoni. La única posibilidad real que hay ahora mismo es un pacto entre PP, Cs y PxE. Éste es Pablo Valdés.

El retorno de Molina. En el PSOE (como en Guanyem) nunca pensaron que Alfonso Molina debía haber dimitido por el episodio de las subvenciones del SOIB. Siempre creyeron que se trataba de una campaña orquestada por sus rivales políticos para acabar políticamente con uno de los puntales del equipo de Rafa Ruiz. No comprendieron el alcance y gravedad de los hechos de los que el Govern responsabilizaba a Molina y por los que le exigía la devolución de 27.000 euros. Por eso es lógico ver cómo vuelven a contar con él sin aclarar nada de aquello, pretendiendo que el mero paso del tiempo ya es suficiente, como si no hubiese sucedido lo que sucedió. Molina hizo lo que hizo y pese a ello ningún socialista ibicenco ha censurado ni siquiera mínimamente su comportamiento. Les debe parecer ejemplar. Me pregunto si dirían lo mismo si fuese del PP.

Feliz fin de semana.