Había entre el público que ayer asistió al concierto-recital de la violinista Lina Tur y el poeta Antonio Colinas, quien dudaba que la acústica de la bóveda de cañón del refectorio del Ayuntamiento de Vila fuera la óptima para el evento. Las dudas fueron pronto solventadas. Otro acierto de localización para el Festival de poesía de la Lluna de juny, que por primera vez ha abarcado cuatro días de eventos poéticos y musicales por diferentes enclaves de Dalt Vila y Eivissa.

A lo largo de algo más de media hora, Colinas y Tur se fueron turnando en un mano a mano musical y poético. El recital dio inicio con un poema homenaje precisamente a la violinista. Un paseo a través de la palabra por Dalt Vila. Lina agarraba la vara del arco barroco por encina del cuero y respondía con las cuerdas de su violín.

El escritor repitió algunos de los poemas del recital de la noche anterior, ya que Tur los seleccionó para acompañarlos con sus melodías barrocas.

Los poemas de Colinas recorrieron sus conversaciones con el Mediterráneo, con Ibiza e incluso con el lejano oriente. De esta temática fue el penúltimo poema del recital, inspirado en un reciente viaje del poeta a Corea del Sur y al que la violinista respondió con una delicada pieza en pizzicato.

Concluyó el recital con un poema inédito de la serie Cuerpos. Tur tocó su última pieza y se fundió en un abrazo con Colinas frente al aplauso del público que llenó la pequeña sala.