Una de las niñas participantes muestra uno de sus dibujos | MARCELO SASTRE

Una decena de niños de entre 6 y 12 años comenzó ayer a disfrutar de uno de los talleres que organiza el Museu Etnogràfic d’Eivissa, situado en la casa pagesa de Can Ros, en el Puig de Missa de Santa Eulària. Las actividades son gratuitas, se prolongan de lunes a viernes y siempre tienen un gran éxito de público. De hecho, según confirmó la coordinadora del museo, Susana Cardona, desde hace bastantes días ya no quedan plazas para inscribirse.

El objetivo de los talleres es «que los niños aprendan nuestras tradiciones y nuestra historia mientras se divierten». Para ello en cada edición se preparan juegos y talleres aprovechando el antiguo trull o almacén, las distintas dependencias de la casa pagesa con su sala principal o porxo, su cocina, sus habitaciones, su almazara, su balcón o porxet, su pozo y su cisterna y sus exposiciones permanentes de aperos de labranza y pesca, indumentaria, joyas, objetos domésticos, útiles de oficios, carros o instrumentos musicales populares.

Además, este año al cumplirse el 25º aniversario del museo y aprovechando la exposición sobre el Arxiduc Lluis Salvador de Austria y sobre la publicación hace 150 años de su libro Les antigues Pitiüses, hay actividades especiales sobre su figura, la época en la que vivió, su entorno social o los medios de transporte que empleaban.

«El museo ya es como su casa»
Ayer se produjo una toma de contacto y enseguida comenzaron los juegos. Ya a partir de hoy y hasta el viernes será el turno de la elaboración de pan – «la actividad que más les gusta año tras año» –, la de jabón – «para que los pequeños aprendan usos del aceite que van más allá de la cocina» – o los collages con los que aprenden el nombre y el uso de las prendas de vestir tradicionales.

Según Susana Cardona, los participantes disfrutan muchísimo con todo y «aunque llegan un poco tímidos y con algo de miedo, en apenas una semana acaban viendo el museo como su fuera su casa». Incluso, «la mayoría quiere repetir otros años y les enseñan a sus padres y abuelos las salas y todo lo que han aprendido», explica Cardona.