Un centenar de personas participaron ayer en la jornada de limpieza en la playa de Talamanca, organizada por la Asociación de Amarristas de esta bahía. La mayoría de los participantes eran miembros de la asociación que acudieron con la familia al completo. También se animaron a participar los trabajadores de una concesión de alquiler de tablas de surf y kayaks y algunos vecinos de la zona.

Pasadas las 10.00 horas, los organizadores repartieron camisetas identificativas con el logo de la asociación, guantes y bolsas de basura. La limpieza se organizó en tres grupos: uno de cuatro buceadores profesionales que visitó los rincones más alejados, otro con equipo de snorkel que recorrió la zona de agua cercana a la playa y un tercer gran grupo que se encargó de batir la arena.

El presidente de la asociación, César Sanmartín, explicaba que el objetivo fundamental de la jornada «concienciar» y mostrar la preocupación por la playa de los integrantes de la asociación.

Mientras los buzos y las personas que iban a hacer snorkel se iban desplazando el zodiac, el equipo terrestre se desplegaba. Entre ellos estaba Karina Guevara, que acudió con su hijo, su hija con una amiga y su marido. El objetivo de la jornada era «trabajar y divertirse».

La que no pudo sacar a sus hijas de la cama fue Manoli Rodríguez. Esta vecina de Jesús forma parte de la asociación desde hace ocho años, cuando en casa compraron una pequeña barca. En su bolsa había «muchos plásticos y sobre todo colillas». Ella, que era fumadora, es algo que odia y que siempre ha procurado recogerlas, porque «tardan mucho en biodegradarse». «Es nuestra playa y hay que mantenerla», explicaba Manoli, que dice que su vida en verano se divide entre Jesús y Talamanca.

Mientras pasaban los integrantes de la jornada, Jordi Ferrer les explicaba a sus hijos que hoy la playa estaría más limpia y que ellos también tenían que encargarse de recogerlo todo.

Dos toneladas y media
La jornada fue fructífera, dato triste si tenemos en cuenta que eso significa mucha basura recogida. Desde la organización calcularon que en total fueron 2,5 toneladas, recogida sobre todo del fondo marino.

Los buzos sacaron una barca destrozada, depósitos de combustible, lunas de barco y mucho plástico. En la arena, lo que abundaba eran las colillas.