Las familias de acogida reconocen que el primer mes, el de julio, ha sido de adaptación ya que los niños provienen de una cultura diferente. | MARCELO SASTRE

Los 12 niños procedentes de campamentos de refugiados ubicados en el desierto argelino de Tindouf se encontraron ayer en una actividad organizada por la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui d’Eivissa y Formentera.

El objetivo principal, según comentó Miquel Jerez, miembro de la Asociación, es que tanto los niños como sus familias intercambien impresiones de la experiencia. Por ello, ayer quedaron en es Canar y dedicaron el día a navegar por el norte de la isla, a jugar en la playa y a comer lo que más les gusta: pizza.

De hecho, Maite, una de las madres que ha acogido a una pequeña saharaui, explicó que gracias a esta actividad vio que todas las familias estaban pasando por lo mismo. «Ves que alguna cosilla que has tenido en casa también les ha pasado a ellos».

Y es que no hay que olvidar que la acogida, aunque gratificante, no es una experiencia fácil. «Es la primera vez que acogemos a una niña y julio fue el mes de la adaptación. Es todo muy diferente porque es otra cultura e influye el carácter de la niña que también se junta al de mis hijas», matizó Maite.

La pequeña estará, al igual que el resto de niños, hasta finales de este mes y, como dice su madre de acogida, tiene una facilidad de adaptación sorprendente. Al principio se comunicaban gracias al traductor de Google o mediante mímica, pero «en casa hablamos ibicenco y ella entiende mejor el ibicenco ya que el castellano».

Periodo de adaptación
Los niños, con edades comprendidas entre los 9 y los 11 años, han llegado a Ibiza a través del programa ‘Vacances en Pau’ para, según explicó Jerez, tener una asistencia sanitaria acorde a sus necesidades, regular su alimentación y hacer más visible, si cabe, la causa saharaui.

«El pueblo saharaui lleva más de 40 años intentando recuperar sus territorios. En este momento, están siendo expoliados los recursos naturales por parte del gobierno de Marruecos y los mejores embajadores de la causa, evidentemente, son los niños», argumentó Jerez.

Asimismo, recordó que estos niños viven en un campamento de refugiados desde que las familias fueron obligadas a abandonar su territorio en el Sáhara Occidental porque fue ocupado por Marruecos de forma ilegítima. «Llevan desde hace más de 40 años viviendo en el exilio, en un territorio desértico», añadió.

Para Jerez, las familias que han decidido acogerles son los «héroes y heroínas» del programa porque «abren su casa a un niño desconocido que proviene de una cultura diferente y que tiene unos hábitos de vida muy distintos».

Maite puede confirmar sus palabras. «La nuestra tiene un carácter muy fuerte y cómo le haces entender que hemos decidido que vamos a la playa y que ella tiene que venir cuando te dice que no quiere», indicó.

Sin embargo, no dudaría en volver a repetir la experiencia el año que viene. «Ahora es como una hija más, haces lo mismo con ella que con los demás», explicó. «Sería una experiencia para repetir, pero si fuese con la misma niña porque ya conocemos nuestras formas de ser y no tendríamos que adaptarnos unos a otros, además de que le coges muchísimo cariño», concluyó.