Marta y Marina supervisan el perímetro y realizan una labor informativa sobre el desove de las tortugas y las características de la especie. | MARCELO SASTRE

La Conselleria de Medi Ambient del Govern solicitó, hace un par de semanas, voluntarios para la protección de los huevos tras los dos desoves históricos de dos ejemplares de tortuga boba (caretta caretta) que se produjeron en Ibiza el mes pasado. Desde entonces, «más de un centenar de personas» se han mostrado interesadas en cuidar de los nidos situados en un cercado especialmente dispuesto para esta situación en la playa de es Cavallet, dentro de los límites del Parque Natural de Ses Salines.

El objetivo de contar con un cuerpo de voluntarios es evitar actos vandálicos y «repartir» el trabajo entre todos los amantes de la fauna y la flora. Los huevos de las tortugas que llegaron a las playas ibicencas se encuentran «a buen recaudo», según explicó Núria Valverde, técnica del Parque Natural de Ses Salines.

Hasta septiembre
«Hay todo tipo de perfiles que se han ofrecido como voluntarios. Familias, extranjeros residentes, grupos de amigos», detalló Valverde. «Los turnos son largos, de siete horas, porque es más fácil organizarse».

Por ejemplo, Marta y Marina son unas jóvenes estudiantes ibicencas que conocieron esta propuesta a través de las redes sociales y «decidieron que era una buena iniciativa para ayudar a las tortugas», según explicaron ayer.

La labor de los voluntarios parece sencilla: han de supervisar que nadie invada el perímetro de seguridad marcado pero, además, también hacen una labor informativa acerca de las tortugas, el desove y la situación, «que sigue extrañando a muchos turistas que pasan por delante».

A pesar de ello, los voluntarios no siempre están solos ya que miembros del COFIB realizan «rondas constantes de supervisión».

El período de guardia y custodia de las 160 futuras tortugas se alargará hasta finales del mes de septiembre, fecha en la que está previsto que eclosionen los huevos. Sin embargo, existe la posibilidad de que no nazcan en la misma playa. Los responsables explicaron que «en septiembre la temperatura de la arena baja considerablemente» y puede darse el caso de que llueva en exceso, condiciones en las que la arena se convertiría en un medio de vida totalmente inviable para el proceso de formación de las tortugas, por lo que serían trasladadas a incubadoras «que ya están preparándose» y nacerían en un centro, donde serían criadas durante cierto tiempo «hasta que pudieran valerse por sí solas» y después ser liberadas en aguas del Mediterráneo para que su ciclo vital no se vea alterado.