El toxicómano detenido por el crimen de la Marina poseía más de treinta antecedentes delictivos, principalmente por robo. Foto: GERMÁN G. LAMA.

JOSE JAVIER MONERRI La sangre que llevaba en sus ropas Manuel M.M. cuando fue detenido por la policía horas después de que se perpetrara el crimen de Llúcia Ferragut era humana y no de animal como había declarado el principal sospechoso del atraco que le costó la vida a esta mujer de 84 años cuando a primeras horas del pasado 16 de diciembre se disponía a abrir su kiosko de la Marina.

La prueba genética practicada por los laboratorios ha dejado fuera de lugar la principal coartada del toxicómano de 26 años sobre el que ya recaían, antes de conocerse el resultado del test de ADN, una sucesión de indicios que apuntaban a su presunta relación con el crimen. La policía no sólo descubrió en el momento de su detención el rastro de sangre en su chaqueta, sino que también se le hallaron encima las joyas que fueron sustraídas a la víctima.

Manuel M.M., pese a todo esto, justificó ante el juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Eivissa que las manchas de sangre en sus ropas eran debidas al sacrificio de un ave que había practicado en las horas que habían precedido a su detención. El juez instructor, ante ello, consideró conveniente llevar a cabo esta prueba. Según la información recogida por este periódico, el resultado de este test ha resuelto, con casi total exactitud, que el ADN analizado es igual al del mapa genético de la vecina de la Marina.