17 años de prisión. Esta es la condena que deberá cumplir Juan Martín García, el joven de 19 años de edad que el pasado mes de septiembre asesinó en una heladería de Eivissa a Eduardo González Arenas, el ex líder de la secta Edelweis.

Esta condena de prisión la ha impuesto el magistrado de la Audiencia de Palma Juan Pedro Yllanes. Su sentencia se basa en la decisión que tomó la pasada semana el jurado popular, que declaró al acusado, por mayoría, culpable de un delito de asesinato.

El acusado Juan Martín García es un joven que había tenido problemas con la droga. Se había marchado de su casa muy joven y cuando ocurrieron los hechos residía en un edificio abandonado de Eivissa.

El joven conoció a Eduardo González a través de unos amigos. La víctima había organizado a principios de los años 80 un grupo de jóvenes guiados por el amor a la montaña. En realidad se trataba de una secta, en la que los menores sufrían todo tipo de abuso sexual. «Edie» fue condenado a 168 años de cárcel por 28 delitos de corrupción de menores. Sin embargo, sólo cumplió seis años de prisión. Al salir de la cárcel montó un bar en Eivissa. Antes de su muerte había sido denunciado por tres adolescentes ante la Guardia Civil de Eivissa, que le acusaban de abusos sexuales.

El día 1 de septiembre Juan Martín quedó citado con «Edie» en una heladería de Santa Eulàlia. A la reunión también acudió una tercera persona, el abogado de la víctima, que fue el primero en marcharse. Según la sentencia, el acusado entró en el local a pedir un helado. Al salir sacó un cuchillo y atacó a la víctima, que se encontraba sentada. «Actuando con sorpresa, imprevista y repentinamente» el joven le asestó un corte en el cuello de 17.5 centímetros de longitud. El cuchillo le seccionó la laringe, la masa muscular y la vena yugular. El herido falleció después al sufrir una hemorragia.

Juan Martín no se ha mostrado nunca arrepentido por lo sucedido, sino todo lo contrario. Manifestó que planificó durante semanas la muerte de «Edie». Reconoció que le había atacado por la espalda, pero que la víctima le había visto cuando se acercaba con el cuchillo y que no hizo nada para evitar que le matara. Señaló incluso que «Edie» le había ordenado con la mirada que le asesinara.