Sabía que iban a por él y buscó refugio, pero a pesar de todas las precauciones no burló el castigo. El joven marroquí de 28 años se escondió en casa de un familiar, uno de los incontables pisos de la enorme colmena del número 55 de la Avenida de Sant Jordi, perteneciente por tan sólo unos pocos metros a la parte de Platja den Bossa del municipio de Eivissa.

 

De madrugada llegó el ejecutor, que disfruta de una libertad que tal vez tiene los días contados. Los especialistas del Cuerpo Nacional de Policía de la Comisaría de Eivissa persiguen sus pasos y, si es detenido, se sabrá cómo entró, cómo se enteró de dónde estaba, y, sobre todo, por qué. Cuál era la cuenta pendiente que se debía saldar.

 

Puñaladas

El joven marroquí recibió varias puñaladas en los muslos y una de ellas le tocó gravemente la femoral. El ejecutor se marchó y la sangre manaba en abundancia, según explicó después el familiar que había acogido a la víctima y que fue quien dio la voz de alarma.

 

Al lugar de los hechos acudió una ambulancia del servicio del 061 y al menos una patrulla de agentes de la Policía Local de Vila, que abandonaron el lugar cuando ya se hicieron cargo del caso los agentes del Cuerpo Nacional de Policía.

 

La ambulancia llegó al lugar poco después de las seis de la madrugada y trasladó al herido, que había perdido mucha sangre, al hospital de Can Misses.

Los médicos de Can Misses decidieron ayer trasladar al joven marroquí al hospital mallorquín de Son Dureta debido a la gravedad de las lesiones, informaron ayer por la tarde desde el gabinete de prensa del Ib Salut. Otras fuentes médicas dijeron que el estado del herido no revestía gravedad y que se decidió el traslado a Mallorca debido a que se trata de un asunto vascular imposible de atender con garantías en Eivissa. Con quien fue imposible establecer contacto ayer fue con la Policía Local de Vila, que intervino en el caso, ni con el gabinete de prensa del Ayuntamiento de Eivissa.