Gráfico de las poblaciones en las que se sintió el terremoto y la relación de intensidades.

Eran las 08.09 horas de ayer cuando miles de ciudadanos de Mallorca se despertaron sobresaltados por las manifestaciones sísmicas de un terremoto de 3,2 grados de intensidad.
El terremoto, que tuvo lugar en la bahía de Palma, provocó más de 180 llamadas a los servicios de emergencias, la mayoría comunicando el incidente y algunas acerca de la aparición de pequeñas grietas en las paredes, pero en ningún caso se detectó peligro de derrumbe.
Por municipios, Palma fue el que generó más llamadas al teléfono de emergencias 112, con 123 hasta las 11.30 horas; seguido de Calvià, con 30; Llucmajor, con 17; Marratxí, con 5, y Montuïri, Esporles y Campos con una cada uno, según informó el Servicio de Emergencias de Baleares, SEIB 112.
El terremoto también se dejó notar en Menorca, desde donde se recibieron dos llamadas, localizadas en Maó.
El 112 detalló que la mayoría de las llamadas fueron para solicitar información sobre el temblor, otras por la aparición de leves grietas en las paredes y también por el agrandamiento de algunas ya existentes.


Sobresaltados

Cabe destacar que muchos ciudadanos estaban durmiendo y al oír el temblor pensaron que había tormenta o viento. De hecho, fueron muchos los mallorquines que hasta pasadas varias horas del sismo no se percataron de ello. Los organismos de seguridad activados no han constatado ningún riesgo de derrumbamiento derivado de estos avisos.
A las 7.09 horas (GMT) se produjo el movimiento sísmico de 3,2 grados en la escala de Richter en la bahía de Palma. Se trata de la hora universal, por consiguiente el terremoto se produjo a las 8.09 hora local.
Todos estos datos han sido confirmados por el Instituto Geográfico Nacional del Ministerio de Fomento. El organismo gubernamental también informó de que el temblor no provocó daños aunque sí alarma ciudadana.
La Dirección General de Emergencias (DGE) notificó al SEIB 112 que activase la fase de prealerta del Plan Especial de Riesgo Sísmico de Balears (Plan Geobal), consistente básicamente en alertar a todos los organismos integrantes del Grupo de Apoyo Técnico de la DGE para que estuviesen prevenidos ante la posibilidad de una réplica. El SEIB 112 también contactó con los alcaldes de los municipios afectados y con las respectivas policías locales, así como con el CNP, Guardia Civil, el IB-Salut, Protección Civil y bomberos, entre otros.
El terremoto era tema de conversación ayer entre la gran mayoría de personas que lo sintieron, como los siguientes testimonios:

Josefa
Primera línea de Can Pastilla
«Pensaba que llegaba el fin del mundo. Han sido los segundos más largos de mi vida. Yo vivo en un sexto piso, he notado cómo todo temblaba y me caí de la cama. Además mi perro se volvió loco y comenzó a ladrar. Me asusté mucho. Ahora ya estoy más tranquila y las vecinas se ríen de mí diciendo que como soy viuda y ya tengo mis años en lugar de un terremoto era un hombre que estaba conmigo en la cama», concluye.

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Lorena
Camarera de un bar en Son Ferrer
«Al principio no era muy consciente de lo que estaba pasando, pero de repente, las botellas del bar comenzaron a moverse y, algunas de ellas, se cayeron de las vitrinas. Durante todo el día de hoy (ayer para el lector), no se habla de otra cosa. Un cliente me ha comentado que iba con el coche y que notó que no podía controlar el vehículo y que el volante se le iba. Menos mal que sólo duró unos segundos y que ha sido de una intensidad baja».

Juan Carlos
Vecino de la calle Pelícano, en Calvià
«El sofá comenzó a vibrar y la puerta de la vitrina dio un golpe y el estruendo fue mayúsculo. Todos nos asustamos, pero lo peor fue cuando mi hija, que tiene tan solo nueve años, se levantó de la cama dando gritos diciendo: 'Papá, ¿qué está pasando? y comenzó a llorar».

Francisco
Vecino de la calle Astor, Son Ferrer
«Yo estaba a punto de apagar la tele cuando pude oír un gran estruendo. En principio pensaba que había tormenta, pero en ese momento la tele comenzó a moverse y las piernas me comenzaron a temblar. Fueron unos tres segundos, aproximadamente, pero no lo puedo concretar exactamente. Me asuste y perdí el norte».


Sin peligro
Por otra parte, la directora del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en Balears, Rosa María Mateos, aseguró que un terremoto de intensidad 3,2 como el registrado ayer en Mallorca, es «absolutamente normal y de baja magnitud» y añadió que Balears está en una zona de baja sismicidad, por lo que no es probable que haya otros próximamente.
Los terremotos con mayor impacto social en la historia de Mallorca se produjeron en el siglo XIX, concretamente el 15 de junio de 1835 y el 15 de mayo de 1851.
El primero de los citados no provocó daños en edificios, pero sí un gran pánico, y al tener el epicentro en Palma, hubo pequeñas réplicas durante los tres días siguientes. Por miedo a un gran seísmo, la mayor parte de la población abandonó la ciudad y se estableció en campamentos improvisados en la zona rural o pasó a vivir en los barcos en el puerto.
En cambio el de 1851 revistió alguna importancia –aunque es preciso señalar que no provocó ningún daño personal–. Se produjo en las primeras horas de la madrugada, quedaron afectados diversos campanarios (Sant Francesc, Sant Agustí –el Socors–, la Concepció, Sant Miquel y Santa Creu). Cayó una de las torres que coronaban la fachada principal de la Seu, así como también se hundió la Torre de l'Àngel del Castell de l'Almudaina. El movimiento tuvo réplicas menores que duraron prácticamente hasta final del año, e incluso se produjo otro pequeño seísmo en agosto del año siguiente. El epicentro de este sismo estuvo en la zona de Marratxí, ya que la zona de este municipio y alrededores (Santa Eugènia, Santa Maria) es la que tiene una mayor actividad tectónica de la Isla. Los terremotos aunque sean de pequeña magnitud causan una sensación de indefensión en la población y de pánico, ya que no tienen manifestaciones previas y las casas (que habitualmente son el lugar en que se busca resguardo en los otros desastres naturales) no ofrecen refugio. Como anécdota que ilustra este hecho en el Cronicón Mayoricense se relata que durante un pequeño terremoto que se sintió en Palma en diciembre de 1773 «Asustáronse mucho las religiosas de San Jerónimo, y hubo que sangrar a varias de ellas».