«Primero estar con él era divertido. Incluso jugaba conmigo. Luego empezó a ser muy estricto y vinieron los castigos con el cinturón. Hacía que me acostara en la cama y luego siempre, recibía al menos tres golpes con la correa muy fuerte en las nalgas. Por eso a veces llevaba dos pantalones y dos calzoncillos».
El relato corresponde a un joven de 16 años que ayer declaró en el juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa y que terminó denunciando a su padre después de que presuntamente fuera víctima de estos castigos entre los 11 y los 14 años. Los supuestos castigos corporales, repitiendo las conductas del que el encausado fue objeto cuando era pequeño, ocurrían casi siempre en la intimidad y eran la respuesta del progenitor a las malas notas del menor y al comportamiento díscolo de éste.
«Montaje»
Según el sospechoso, sin embargo, todas las afirmaciones del menor forman parte de un «montaje» instigado por las pésimas relaciones que él tiene con sus propios padres, una de sus hermanas y su ex mujer. En ellas median los litigios familiares por una taller y los problemas surgidos por un supuesto acoso sexual que dicha persona atribuyó por parte de su padre a su nueva pareja.
La acusación particular pide penas de prisión que en su conjunto se elevan a los cuatro años de prisión, penas en las que se incluyen el requerimiento para que el sospechoso pierda la patria potestad, pague una indemnización que alcanza los 3.000 euros y no pueda ver a su hijo al menos durante tres años. El fiscal, a su vez, pide una condena similar aunque la pena de cárcel solicitada es algo menor.
Los supuestos maltratos tuvieron lugar entre 2004 y 2008, fechas en el que el adolescente convivió con su padre después de que su primer matrimonio se rompiera en Menorca, isla donde el acusado hizo el servicio militar, y ambos cónyuges rehicieran sus vidas sentimentales.
El otro hijo del matrimonio, una chica, se quedó con la madre. El acusado, además, tiene en suspenso una condena de seis meses de prisión por maltratar a su actual pareja, mujer que, según su declaración, sigue viviendo con él tras aclararse un «malentendido».
«Nunca he pegado a mi hijo. Ni he llegado borracho o drogado a casa como dice. Está contando mi propia vida porque es lo que me hicieron a mí. Sólo me he ocupado de él para que estudiara y que tuviera orden en su casa. He sido un amigo más que un padre», aseguró el sospechoso ante la juez.
Grave episodio
Según los detalles dados por el menor durante la causa, uno de los incidentes más graves tuvo lugar a las nueve de la mañana del 13 de enero de 2008. Dicho día el padre le lanzó al suelo el ratón del ordenador y cuando el adolescente se agachó para recogerlo tras la orden de su padre, éste le agredió en la espalda con el teclado. Luego siguieron doce latigazos con el cinturón.
El adolescente, tras hablarlo con su madre, fue a Comisaría andando y él sólo se presentó en las dependencias policiales para denunciar. Sus abuelos se hicieron cargo de él. Desde entonces, padre e hijo no han vuelto a tener contacto.

El forense reconoce las marcas de la agresión
El menor explicó que llegó a tener verdadero terror a su padre y que optó por callar y silenciar cualquier maltrato en el colegio y ante sus abuelos. En uno de los centros de Vila donde estuvo, los llegó a confesar ante su negativa para llevar una carta a su padre por sus malas notas. Su abuela también fue advertida por su nieta y en una ocasión vio los moratones en el trasero del pequeño después de que éste se los mostrara, según su declaración. La última supuesta agresión (13 de enero de 2008) acabó con su reconocimiento en el hospital. El padre afirmó entonces que su hijo se había peleado con otros chicos a causa de unos coches teledirigidos con los que jugaban en una zona de Can Misses. «Nosotros no nos peleamos así», dijo ayer el joven en el juicio.
El posterior reconocimiento forense, ratificado ayer por la especialista, confirmó que las lesiones que presentaba el adolescente bien podrían provenir de golpes con un cinturón. Un equipo de psicólogos de Maó confirmó también los traumas que sufría el niño. El juicio se suspendió ayer y está pendiente ahora de que se explique en la vista oral un informe negativo de maltrato recopilado los Servicios Sociales de Eivissa.