Una vez concluido los análisis del ADN del cadáver con signos de violencia encontrado por un particular a finales de enero en sa Casilla, una antigua caseta de peón caminero del municipio de Sant Josep, no hay forma de saber de quién se trata, informaron desde la Comandancia de la Guardia Civil de Balears. El ADN del cadáver, analizado en laboratorios de Barcelona, no coincide con ninguno de los almacenados en la base de datos de las Fuerzas de Seguridad, por lo que la información genética de este cadáver quedará almacenada a la espera de que pueda cotejarse en un futuro.

La parte de la autopsia que se realizó en Eivissa determinó que se trata del cuerpo de un hombre de unos 55 años de edad que falleció de forma violenta hace unos dos años, aproximadamente.

El cuerpo presenta un golpe en la cabeza y varios cortes a la altura de las costillas. Cerca del cadáver se encontró un cuchillo, pero la autopsia no ha logrado determinar si las heridas de la caja torácica se produjeron con este arma.

Desde el primer momento se sospechó que podría tratarse de un hombre español que desapareció hace unos dos años en Sant Josep, pero se descartó. También se quedó por el camino la posibilidad de que fuera un ciudadano de origen checo que desapareció en 2008 e igualmente quedaron excluidos dos alemanes cuyo rastro se perdió por esas fechas en un acantilado de Punta Prima, en Formentera.

Desde el principio cobró fuerza la posibilidad de que el fallecido fuera una persona sin arraigo en la isla cuya desaparición no fue denunciada, al menos en Eivissa.

La Guardia Civil solicita ayuda a Interpol para resolver el crimen

Los investigadores de la Guardia Civil solicitaron ayuda a Interpol para intentar resolver el crimen de sa Casilla', pero hasta el momento no se ha anunciado ninguna pista al respecto.

Al parecer, en la base de datos genéticos de Interpol tampoco se ha encontrado una correspondencia con el ADN extraído de los huesos del fallecido.