sta gasolinera de la avenida de Sant Josep de Vila sufrió un atraco en la mañana del pasado 11 de diciembre.

No cometí ninguno de estos robos. Vivo a veinte metros de esos dos sitios. Sería tonto que fuera a robar al lado de mi casa». Esté es el alegato que realizó ayer en su defensa un vecino de Ca n'Escandell que fue detenido por la policía como supuesto autor de dos atracos que se cometieron en diciembre, y con un margen de cinco días de diferencia, en una gasolinera y en un supermercado de este barrio.

Pese a las afirmaciones del acusado, los empleados de los establecimientos asaltados no dudan de que fuera él. Así lo declararon tres testigos en el juicio que se celebró ayer en el Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa ante la juez Martina Rodríguez.

Drogas

El presunto ladrón, un joven con problemas con las drogas desde su adolescencia, se enfrenta a diez años de prisión ya que el fiscal pidió cinco años por cada uno de los delitos de robo con violencia que se le imputan.

«Ese día nunca estuve allí», dijo el sospechoso cuando se le preguntó si el 11 de diciembre, sobre las once de la mañana, irrumpió encapuchado en la gasolinera BP de la avenida de Sant Josep y se llevó la recaudación tras amenazar con un cuchillo al único empleado que había en la estación de servicio.

«Estaba contando el dinero, levanté la cabeza y me lo encontré allí, apuntándome con un cuchillo. Me dijo que le diera el dinero rápido o que me rajaría», contó en la vista oral el afectado de este primer robo. «Luego me pidió que subiera arriba y esperara cinco minutos a que se fuera», añadió. El testigo aseguró que, pese a que el ladrón iba con la cara oculta, pudo indentificarle instantes después cuando, al salir, se destapó.

Menos dudas generó su reconocimiento en el robo de la 'súper' de la calle Atzaró, perpetrado por un individuo que semioculto cometió el atraco provisto de un destornillador. «Era él. Estaba primero como escondido en la zona de la fruta. Creo que iba a asaltar de nuevo la gasolinera y el robo en la tienda fue de rebote», indicó una de las dos trabajadoras que había en la tienda.

«Os voy a matar si no me dais el dinero. Nos quedamos bloqueadas. Nos pidió hasta las monedas. Fue algo muy desagradable aunque no hubo más violencia», precisó la otra empleada.