Luis Santiago Ruiz-Poveda, propietario del 'Saudade', en el lugar donde ahora reside y desde donde vigila su velero, embarrancado al fondo de la imagen. | Guillermo Romaní

Luis Santiago Ruiz-Poveda, es gallego y su barco, o lo que queda de él se llama 'Saudade', aunque antes se llamó 'Negro'. Y la verdad que visto el velero de 10,4 metros de eslora, tres de manga y un peso aproximado de ocho toneladas embarrancado a pocos metros de la playa de es Pujols hace pensar en saudades, morriñas y negros panoramas. «Era mi casa y no sé si será posible recuperarla. Habrá que plantearse volver a empezar pero ahora no son buenos tiempos para estas aventuras», lamenta su propietario.

La noche del domingo 17 de julio al lunes 18 «se produjo un fuerte rol de viento a noreste y nos pilló fondeados -explica Luis Ruiz-Poveda-, intenté poner el motor en marcha, lo había arreglado hacía pocos días y me había costado lo suyo, pero el motor no arrancó y por tanto era imposible levantar el fondeo ni maniobrar con un barco de tanto peso a vela y con un viento de 25 nudos».

Ante una situación así lanzaron una segunda ancla para fijar la embarcación pero «comenzaron a venir las rompientes y no podíamos quedarnos ahí, la cosa se fue complicando por momentos -cuenta Ruiz-Poveda-, estaba con unos amigos de Madrid y las dos mujeres estaban al borde del pánico y al final decidí ir directo hacia las rocas para que la gente pudiera saltar del barco y ganar la playa».

En este sentido la cosa funcionó porque todos llegaron a la playa sanos y salvos aunque con golpes, rozaduras, contusiones pero nada grave.

Pero a Ruiz-Poveda, aparte del susto por el temporal imprevisto, lo que no ha digerido es «la sensación de estar dejado de la mano de Dios que no me ha abandonado desde ese día, porque la verdad es que en la Isla no he encontrado a nadie que me haya echado una mano». Y quizás lo más importante la sensación de impotencia «porque Salvamento no acudió para darnos un posible rescate, cuando estábamos en el hospital».

«Salvamento, en una segunda llamada, un par de horas después y sin haber sido dados de alta aún en el Hospital, ya estaban dándome teléfonos de tres compañías privadas para que iniciara de inmediato la retirada del velero, la verdad es que me pareció bastante extraño ese comportamiento».

El marino gallego se encuentra solo en Formentera. Ruiz-Poveda está instalado en una vieja caseta varadero frente al islote en el que está embarrancado su velero. «Yo necesitaba estar cerca del barco para evitar el saqueo pero al mismo tiempo he estado haciendo unas labores que no me corresponden, como vigilar que los turistas y curiosos hasta con niños pequeños no se suban al barco con el riesgo que ello comporta, de todas maneras hay un socorrista en la playa que me ha ayudado para evitar males mayores».