Mañana de teléfonos móviles y de nervios la que se vivió ayer en la entrada de la Urbanización Roca Llisa. Y es que hasta que a las doce de la mañana apareció en la zona el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, acompañado del presidente del Consell d'Eivisssa, Vicent Serra, entre muchos de los vecinos que fueron desalojados el domingo el desconocimiento sobre la situación de sus viviendas era total.
Los más madrugadores acudieron a las nueve de la mañana y enseguida se encontraron con que dos agentes de la Guardia Civil les impedían el paso sin darles ningún tipo de explicación sobre cómo se encontraba el incendio y a qué zonas había afectado.

Con el susto en el cuerpo
Algo que provocó el enfado de algunos de los vecinos que aún seguían con el susto en el cuerpo, como Manja, una ciudadana eslovena, que nunca había vivido una situación igual «ya que cuando me quise dar cuenta tenía el incendio casi encima y tuve que salir corriendo con lo puesto».
Algo parecido vivió el matrimonio de bolivianos formado por Limbert y Daisy, quien trabaja en la casa de una pareja suiza en la calle Buenos Aires. «Nosotros tuvimos que huir a toda velocidad porque vimos el fuego que se acercaba rápidamente y porque, además, el vecino tiene unos tanques de gas en el jardín que podían explotar», aseguraban mientras él a través del teléfono intentaba saber si alguien les adelantaba algún dato de la situación.
Otros de los que vivieron el incendio muy de cerca fueron Pablo Giralt y su mujer Natacha, que esperaban pacientemente noticias en su coche en el arcén, junto a la entrada de la urbanización Roca Llisa. A ellos, el incendio les cogió «casi de frente cuando mi mujer estaba paseando a nuestro perro y cuando yo estaba tranquilamente en casa, y si no es por la llamada de un amigo diciéndonos lo que pasaba, sinceramente no sé lo que hubiera sucedido».
Un susto muy similar se llevó Cristina, una joven que aún intentaba recuperarse de lo vivido la noche anterior y que, en compañía de una amiga, no paraba de hablar por el móvil, con la intención de que alguien le diera algo de información sobre su vivienda de Punta Foradada. No en vano, ella aseguraba que «jamás había vivido una situación como la del domingo, con el humo entrando en la habitación y saltando las chispas del fuego muy cerca de nosotros, teniendo que salir corriendo sin mirar atrás».
Por su parte, el holandés Rudy Litzau, tuvo la suerte de que el fuego no le cogió en su vivienda, ya que no estaba en ella, «aunque cuando vi las llamas en internet me quedé horrorizado con lo que estaba viendo y quise llegar cuanto antes, aunque ya a primera hora de la noche no me dejaron pasar».
Por su parte, también había muchos vecinos que decidieron tomarse las cosas con calma. Uno de ellos era Juan Carlos que, con resignación, aseguraba que «tras salir corriendo el domingo y viendo lo grave que podría haber sido todo soplando como soplaba el viento, ahora son las autoridades las que se tienen que poner manos a la obra para poner freno a estos incendios que cada vez se repiten con más frecuencia y nos van a destrozar esta maravilla».
Mientras, entre tanto susto y tanta impotencia, la mañana también dejó la estampa curiosa de un trío de turistas portuguesas, Isabel Gonçalves, Rita Leonardo y Rita Carmeino, que habían alquilado una casa para pasar una semana de vacaciones y que cuando llegaron de fiesta no se habían enterado de nada y al encontrarse con el espectáculo y con la Guardia Civil tapándoles el paso se quedaron totalmente petrificadas.
Afortunadamente todos ellos empezaron a ver la luz cuando, en torno a las once de la mañana, llegaban las primeras informaciones de la situación, gracias en buena medida a la presencia de Antonio y Carucha, un matrimonio que pasó la noche en su casa del Edificio Pinar Golf. Ellos tranquilizaron a muchos de los vecinos asegurando que «habían dormido un poco asustados pero sin problemas y que, aunque había habido algún rebrote, el fuego estaba prácticamente controlado y que no había casi ninguna casa afectada».
Tras ellos, cada vehículo de emergencias que salía por la urbanización también era abordado por los vecinos en busca de información sobre sus propiedades. Precisamente en uno de ellos a las doce de la mañana apareció el alcalde de Santa Eulària, Vicent Marí, acompañado del presidente del Consell d'Eivisssa, Vicent Serra, para informar a los vecinos.
En este sentido Marí y Serra aseguraron que «lo prioritario era controlar y extinguir el incendio, además de evitar el posible vandalismo ante tanta casa vacía y abierta», y por eso, la entrada de los vecinos a sus casas sólo se abrió a las cinco y media de la tarde, aunque se permitieron excepciones como las de unos vecinos que, acompañados de agentes de la Policía Local, Servicios de Emergencias 112 o Protección Civil, pudieron recoger sus pasaportes para poder salir de Eivissa.

19 vecinos durmieron en el polideportivo de Santa Eulària
El Ayuntamiento de Santa Eulària decidió habilitar rápidamente el polideportivo municipal para realojar a todos los vecinos afectados por el incendio que no tuvieran donde pasar la noche.
Sin embargo, y a pesar de que las autoridades desalojaron a cerca de 1.000 de ellos por precaución, únicamente 19 acudieron al recinto deportivo a pernoctar, ya que la mayoría decidieron hacerlo en hoteles, en casas de sus familiares en distintos lugares de la Isla e, incluso, en sus propios coches en las inmediaciones de la entrada de la Urbanización Roca Llisa.