La Policía Local de Santa Eulària se lo encontró con sangre en las manos y con machas en las paredes de su casa cuando intervenía en una emergencia por violencia doméstica.

Ocurrió el pasado día 8 y el acusado, una vez ante la magistrada que le juzgó, afirmó asintiendo a preguntas de su defensa que toda la sangre procedía de una herida anterior que él tenía y que se abrió durante la discusión. El sospechoso no abrió la boca, tampoco la supuesta víctima, que se acogió también a su derecho a no declarar.

El juicio se celebró anteayer en presencia de la juez Martina Rodríguez, titular del Juzgado de lo Penal número 2 de Eivissa. Pese al silencio de los protagonistas de este suceso, el fiscal decidió mantener los nueve meses de prisión pedidos para el acusado, así como una condena de dos años sin poder acercarse ni contactar con la afectada.

La decisión del ministerio público se basó en el testimonio de los dos agentes de la Policía Local de Santa Eulària que, con su intervención, evitaron males mayores.

Pese a todo, la mujer manifestó su deseo de volver a convivir con el sospechoso y solicitó expresamente su deseo de que se retirara la orden de protección que entró en vigor tras el arresto de su compañero, persona que si es condenada podría tener la obligación de indemnizar con 350 euros a la víctima. Los agentes no evidenciaron sangre en ésta pero sí marcas rojas en la frente y en un ojo.

Los policías locales, a su llegada, vieron a la mujer en la calle llorando, apenas podía hablar y, según el atestado, ella misma, con las manos en la cara, explicó que había sido agredida. Uno de los agentes entró entonces en la casa y apresó al sospechosos, persona que, al parecer, tiene graves problemas con el alcohol.