Paulo Cesar Baptista (izq.) durante el juicio en el que fue condenado en Portugal a seis años y tres meses de cárcel. | ultimahora.es

Comienza a vislumbrarse la larga recta final del camino que el 19 de agosto emprendió el portugués Paulo Cesar Baptista. Aquella jornada, de madrugada, en el Ushuaïa Beach Club, donde trabajaba como miembro del equipo de seguridad bajo la falsa identidad de Jose Pereira Sousa, asestó al camarero Abel Ureña Zafra dos puñetazos, el segundo de los cuales acabó resutando mortal. Huyó, pero tres meses después fue detenido en Holanda.
Tras dos semanas en los calabozos de Países Bajos, la policía de ese país lo escoltó anteayer hasta Madrid. Allí lo recogerá en breve la Guardia Civil, que lo custodiará hasta el Centro Penitenciario de Eivissa. Desde allí saldrá el lunes rumbo al Juzgado de Instrucción número 4, donde se le tomará declaración por la muerte de Ureña. En principio estaba previsto que fuera el viernes, recuerdan desde Justicia. Pocas dudas quedan sobre el caso, ya que la agresión, los dos puñetazos, quedaron registrados por las cámaras de seguridad del Ushuaïa Beach Club.
Tras ser interrogado, Baptista regresará a prisión a esperar el día del juicio, que podría demorarse incluso más de un año, pues se prevé una instrucción larga en la que es necesario tomar declaración a numerosos testigos, explicaron fuentes judiciales. La espera podrá pasarla en la cárcel de Eivissa, aunque también es posible que, por precaución, sea trasladado a un centro penitenciario con mayor grado de seguridad.

Ley del Jurado
Baptista será juzgado por la Ley del Jurado, por lo que todo apunta a que el juicio se tendrá que celebrar en Mallorca, ya que el edificio judicial de Eivissa no tiene una sala suficientemente amplia y bien acondicionada como para albergar una vista de estas características.
Todo apunta a que su crimen será calificado como homicidio, ya que para que se le pueda acusar de asesinato tendría que demostrarse que actuó con alevosía y todo indica que Baptista golpeó a Ureña a raíz de un diferendo surgido de forma imprevista y que, por tanto, su muerte no fue un acto calculado de forma que la víctima no pudiera defenderse, circunstancia que es condición sinequanon para poder calificar el acto como un asesinato.
Por tanto, se enfrenta a penas de prisión que oscilan entre un mínimo de diez años y un máximo de quince. Tras la muerte de Ureña, numerosos amigos y compañeros de trabajo del joven se concentraron frente a la puerta del Ushuaïa Beach Club para protestar por el hecho de que la empresa, Fiesta Hotel Group, contratara a Baptista. Desde Fiesta Hotel Group explicaron que el NIE que presentó el portugués, a nombre de Jose Pereira Sousa, era legal.
Algunos amigos y familiares de la víctima han creado una asociación, Yo estoy con Abel, y este viernes tienen previsto realizar una fiesta benéfica, según se explica en las redes sociales.
El día de autos las cosas pintaban mal para el portugués, que optó por la huida. Ureña, que tenía 28 años de edad, permaneció en estado de coma en la UCI de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario hasta que, finalmente, un mes después, el 19 de septiembre, falleció. Su muerte causó auténtica conmoción en la Isla.
Los investigadores de la Guardia Civil lograron dar con el rastro del fugitivo, que acabó por asentarse en una ciudad cercana a Amsterdam. Tras los papeleos correspondientes, las fuerzas de elite holandesas lo detuvieron el 21 de noviembre.

Y después, a Portugal
Una vez que Paulo Cesar Baptista cumpla su pena en España por la muerte de Abel Ureña, que se espera que oscile entre los diez y los quince años de cárcel, el portugués tendrá que ser extraditado a Portugal. Baptista también era prófugo de la justicia portuguesa. Fue juzgado en Lisboa por su presunta pertenencia a un grupo denominado Mafia Da Noite, dedicado a asuntos relacionados con la prostitución. Fue condenado a más de seis años de prisión, pero huyó antes de que la pena se pudiera hacer efectiva. En el caso de lo ocurrido en Eivissa, el hecho de haber huido tras la agresión a Ureña no se considera un agravante, según las leyes españolas. Sí podría considerarse un agravante el hecho de que Baptista empleara sus supuestos conocimientos de artes marciales para agredir al camarero.