«Te quiero, bonita». Una coletilla que se ha repetido hasta la saciedad en los 50 mensajes telefónicos que mandaba a diario un vecino de Eivissa que ayer fue condenado a cumplir con una pena de 60 días de trabajos en beneficio de la comunidad. El acusado, un hombre con antecedentes por maltrato, aceptó esta medida después de comparecer en el Juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa para responder de un delito continuado de coacciones por un acoso que incluyó, incluso, un advertencia anunciando su propio suicidio.

La afectada, sujeta ahora a tratamiento psicológico y madre de un hijo de corta edad que comparte con el sospechoso, rompió su relación con F.G.R. en 2008 cansada de la violencia doméstica que tenía que soportar. Éste llegó a ingresar en prisión después de incumplir también las distintas órdenes de alejamiento y comunicación que pesaban sobre él. Ahora tampoco podrá hacerlo durante dos años.

F.G.R. volvió ayer a sentarse en el banquillo después de que, dentro de su propia ‘campaña' de acoso, fuera sorprendido con las piernas ensangrentadas por el padre de la víctima el pasado día 7, oculto en una casa en obras cercana a su domicilio, lugar donde ahora reside la perjudicada.

En bicicleta

El sospechoso supuestamente espiaba en ese momento los movimientos de su compañera, residente ahora en una zona rural de la Isla, y afirmó que había entrado en ese lugar para orinar cuando iba dando un «paseo» en bicicleta.

Según la información recogida por este periódico, F.G.R. también amenazó en su día a su expareja con quemarle el coche si no atendía a sus requerimientos y no le contestaba los mensajes o le devolvía las llamadas. El acusado, incluso, le mandó un mensaje, tras salir del juzgado y saberse condenado a a no poder aproximarse y comunicar con ella, diciéndole que sabía que esa acción le «podía costar caro».