Sólo palabras para hablar de un largo pasado como toxicómanos, algunos desde la adolescencia. El principal acusado, además, aseguró que cayó en las drogas después de presenciar cómo era asesinado su padre.

Ésta fue la postura que adoptaron ayer los ocho integrantes de una red colombiana que fueron juzgados ayer por la Audiencia Provincial como sospechosos de formar parte de una red dedicada a introducir cocaína en Eivissa y Mallorca entre marzo de 2009 y junio de 2010.

Todos ellos se acogieron a su derecho a guardar silencio y sólo a contestar a las preguntas de sus abogados, todas ellas encaminadas a probar su drogadicción y su deseo de desintoxicarse. El juicio se celebró en el edificio del Cetis, y no en el de Isidoro Macabich, después de que se habilitara una de las salas para que la Sección Primera de la Audiencia Provincial se instalara en este lugar. Dicha decisión se adoptó por razones de espacio.

Los acusados se enfrentan a penas comprendidas entre los seis y los cinco años de prisión. Todas las defensas pidieron la nulidad de las actuaciones al entender que se habían cometido irregularidades en la prolongación de las escuchas que dieron lugar a la desmantelación del grupo.

Dicha red cayó después de que la policía hubiera desarticulado un año antes a otro grupo supuestamente conectado con éste.

Vehículo

Los ochos acusados de este caso fueron detenidos después de que agentes del Greco interceptaran el 28 de junio de 2010 un coche que, procedente de Valencia, desembarcaba en el puerto de Eivissa con casi dos kilos de cocaína ocultos en un doble fondo practicado en la bandeja de los altavoces traseros del vehículo. Esto motivó registros en domicilios de las calles Alzines de Platja d’en Bossa y General Balanzat de Sant Antoni, así como en Arganda de Rey (Madrid). En octubre de 2010, fueron apresados otros dos implicados en Bunyola (Mallorca).