Uno de los agentes en el momento de entrar en los juzgados de Eivissa para declarar ante el juez de guardia. | ANA ISABEL GARRIDO SANCHEZ ANA I

Tres de los ocho agentes de la Guardia Civil destinados en el aeropuerto de Eivissa que fueron detenidos el miércoles pasado por, supuestamente, aprovechar los registros que practicaban durante el servicio para quedarse con «pequeñas cantidades de droga y otros objetos» entregaron a los responsables de la operación varios objetos supuestamente sustraídos por ellos mismos, en concreto, prendas de vestir y perfume.

El hecho de que, con este acto, reconocieran que habían sustraído objetos de las maletas de los pasajeros y que, con la devolución de los mismos, repararan el daño causado hizo que fueran puestos en libertad con cargos el mismo día de su detención, con la obligación de presentarse en el juzgado para declarar una vez que sean reclamados para ello.

Ese mismo día también fue puesta en libertad la novia de uno de los agentes, que había sido arrestada en calidad de presunta cómplice.

Los otros cinco agentes durmieron en los calabozos la noche del miércoles al jueves. Ese día por la tarde fueron puestos a disposición del juzgado de guardia. Una vez que la fiscal y el juez escucharon sus declaraciones, la primera pidió su puesta en libertad con cargos, a lo que el segundo accedió.

Como media cautelar, el juez de guardia, en este caso José Espinosa, titular del Juzgado de Instrucción número 2 de Eivissa, les impuso a los cinco la obligación de acudir al edificio judicial para firmar una vez al mes.

Microcámaras

Los agentes fueron detenidos a raíz de las grabaciones obtenidas por unas microcámaras que los responsables de la operación ocultaron ordenaron ocultar, mediante una orden judicial, en el techo de la sala de registros del aeropuerto de Eivissa.

Las microcámaras no pudieron recoger imágenes durante mucho tiempo, ya que algunos de los agentes espiados las descubrieron y denunciaron su presencia.