El acusado durante las sesiones del juicio que se celebra con un jurado. | Alejandro Sepúlveda

Los testigos que vieron la carrera de Mohamed el Baoui en Sant Antoni coinciden en que «sabía muy bien lo que quería». Varios de ellos describieron incluso cómo seleccionaba a sus víctimas. Las declaraciones de las personas que estaban en el supermercado Suma, en el que apuñaló a las dos primeras víctimas, concretan que fue a por la cajera y a por un empleado y que pasó de largo de un grupo de compatriotas suyos. En concreto, un empleado contó cómo al pasar junto a ellos, les miró, bajó la cabeza y se fue. «Me dio la impresión de que lo que hacía era esquivarlos», relató Antonio González, el primer herido por la víctima. «Iba con unas ganas de venganza tremendas. No era una persona que iba perdida», contó uno de los empleados que luego resultó herido cuando intentó detenerle junto a otro compañero.

De esa misma sensación de coherencia en el acusado también hablaron los guardias civiles y policías locales que participaron en su detención. Contaron cómo estaba muy violento. «Estaba consciente, pero con la mirada muy agresiva», explica un guardia al que golpeó con una maza: «Se le veía la intención de llevarse por delante al primero que pasaba». Al final entre cuatro o cinco agentes consiguieron reducirle. Antes se había lesionado él mismo en el cuello y en el costado. Sin embargo, en cuanto le pusieron las esposas, se calmó.

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