Imagen de una de las cuevas que hay al final de la calle Ramon Muntaner, muy cerca de es Soto.

Pese a que es Soto es una zona que sus residentes califican de tranquila y en la que, prácticamente, no existe delincuencia, en los últimos años se han encontrado en el lugar y sus alrededores (Puig des Molins y Ramón Muntaner) al menos seis cadáveres. Mientras que algunas de estas muertes están estrictamente relacionadas con excesos cometidos con las drogas y el alcohol, otras son consecuencia de actos violentos. Además, está el caso de Adolfo Linares, párroco de la localidad cántabra de Ampuero, cuya desaparición en julio de 2011 es un auténtico misterio aún sin resolver.

Antes de que el Consell d’Eivissa transformara el viejo edificio de la Comandancia en el principal edificio de la UIB en Eivissa en este lugar, en el que residían numerosas personas sin hogar, se encontró el cuerpo de un hombre de nacionalidad rumana con disparo en la cabeza, un crimen que nunca se pudo resolver.

En 2010 murió otro de estos ‘okupas’ del edificio de la Comandancia, cuyo cadáver fue encontrado al pie de las escaleras de la plaza de sa Drassaneta, un asunto por el que el Cuerpo Nacional de Policía detuvo a varias personas, si bien el caso no quedó esclarecido.

Dos años después, el 29 de enero de 2012, en la caseta que se encuentra junto al edificio de la Comandancia, se encontró el cadáver de un hombre de 32 años de edad víctima del abuso de drogas.

Unas tres temporadas antes, en el verano de 2009, en los acantilados de es Soto se encontró el cuerpo sin vida de un joven de nacionalidad marroquí que murió despeñado. Estaba desnudo, tan solo llevaba puestas unas zapatillas deportivas. Aún permanece la incógnita sobre si se cayó o lo arrojaron.