El robo se produjo poco antes de la una de la tarde en esta esquina cercana a Vara de Rey. g Foto: SERGIO G. CAÑIZARES | (c) Sergio G. Canizares

Una mujer fue víctima de un robo ayer sobre las 12,45 horas a la altura del número 4 de la calle Ramón y Cajal de Vila, a escasos metros del paseo de Vara de Rey, cuando un individuo le arrebató el reloj que llevaba en la muñeca izquierda. La mujer no pudo reaccionar debido a la rapidez de la acción y por llevar las manos ocupadas con bolsas de la compra y su perro atado con correa. La víctima, que a punto estuvo de caer al suelo, sólo pudo gritar, «My watch, my watch!» (¡Mi reloj, mi reloj!) mientras el ladrón, a cara descubierta, se montaba en un ciclomotor conducido por otro hombre. Ambos escaparon a toda velocidad por la avenida Bartomeu Rosselló sin que nadie pudiera hacer nada para evitar su huida y a pesar de la mucha gente que en ese instante paseaba por esta zona tan concurrida de la ciudad.

Todo apunta a que se trata de un nuevo golpe de uno de los ‘comandos’ de las bandas del Rolex, integrados normalmente por jóvenes de nacionalidad italiana que año tras año viajan a Eivissa en los meses de verano para cometer este tipo de robos con violencia. Habitualmente se trata de grupos pertenecientes a la Camorra napolitana o la ‘Ndrangheta calabresa.

Normalmente se organizan con un grupo formado por el personal más experimentado, el cual se encarga de seleccionar a la víctima y elegir el momento propicio para dar el golpe, y por grupos de ‘reclutas’ o ‘soldados’, según el lenguaje empleado por los investigadores policiales, que son los encargados de perpetrar el asalto. Normalmente, operan por parejas y en moto. A veces a cara tapada, a veces a cara descubierta, como fue el caso de ayer.

Mientras uno de ellos arranca el reloj a la víctima empleando para ello la violencia necesaria, el compinche espera en la moto con el motor en marcha para emprender la huida.

En los últimos años se han detectado grupos de advenedizos que también se dedican al robo de relojes de lujo. No están tan bien organizados y no dependen de organizaciones criminales, como es el caso de los italianos.