Paulo César Martins Baptista durante el juicio en Palma por la muerte de Abel Ureña. | Alejandro Sepulveda Soler

Paulo César Martins Baptista, condenado a cinco años de prisión por la muerte del camarero catalán Abel Ureña, tras asestarle un fuerte puñetazo en un local de Platja d’en Bossa, en Eivissa, del cual era jefe de seguridad durante el verano de 2011, se encuentra en Portugal tras ser trasladado a su país de origen para cumplir una condena de seis años y tres meses por un delito de extorsión. Al parecer Baptista era el brazo ejecutor de una organización mafiosa de la capital lusa, la Mafia da Noite de Lisboa, dedicada a la trata de blancas y a la evasión fiscal.

El condenado se encontraba en Palma de Mallorca, donde la Audiencia Provincial ordenó, la semana pasada, que entrara en prisión. Baptista se encontraba en libertad provisional desde el verano, a la espera de que el Tribunal Supremo resolviera su recurso contra la sentencia condenatoria por falsedad documental y homicidio doloso de Abel Ureña en Eivissa. Baptista debía presentarse cada día en los juzgados y tenía prohibido salir de Mallorca. Fue el día 11 de noviembre cuando lo detuvo la Policía Nacional a petición de la justicia portuguesa con el fin de cumplir condena en ese país. El detenido estuvo una semana en el centro penitenciario de Palma de Mallorca y el viernes fue excarcelado por la mañana y conducido al aeropuerto bajo una fuerte vigilancia. Agentes de la policía portuguesa se trasladaron expresamente a Mallorca para custodiar al preso durante todo el viaje. Estuvieron esperando en las dependencias del aeropuerto de Son Sant Joan donde la Policía Nacional les hizo entrega del detenido.

Paulo César Martins Baptista viajó a su país bajo fuertes medidas de seguridad ya que se trata de un hombre de 41 años, muy corpulento y experto en artes marciales. Los policías de la Unidad de Prevención y Reacción lo vigilaron en todo momento durante su traslado a Son Sant Joan, una vez allí hicieron entrega del preso a los policías lusos, que viajaron con él hasta la capital portuguesa.

La Audiencia Provincial fue quien autorizó la extradición del reo. Un traslado al cual Baptista no se opuso en ningún momento y así dejó constancia en una vídeo conferencia con un juzgado central de instrucción de Madrid, aunque, a través de su abogado, pidió quedar en libertad, una propuesta rechazada por la fiscalía que solicitó su ingreso en prisión debido al alto riesgo de fuga del condenado.