Toni Torres, durante la entrevista que concedió a Televisió d’Eivissa i Formentera (TEF).

El pasado 27 de octubre Toni Torres Marí vio peligrar su vida cuando cayó en una cuba de agua a unos 60 grados centígrados mientras trabajaba en el matadero de Eivissa.

El inmediato socorro de sus compañeros y la rápida actuación facultativa -tanto en el Hospital Can Misses como en el Santa Fe de Valencia, donde fue trasladado apenas unas horas después del accidente- han acelarado una recuperación que, de momento, no le permite aún reincorporarse a la vida normal.

Ha pasado ingresado en la UCI restableciéndose de unas quemaduras de primer y segundo grado en casi el 50% de su cuerpo que le han afectado especialmente el tronco y las extremidades.

En una entrevista concedida a Televisió d’Eivissa y Formentera (TEF), Torres explicó que, a pesar de la trágica experiencia, no le ha quedado «ningún miedo y, si tengo la oportunidad, me gustaría volver al matadero».

Resbalón fortuito

Además, descartó que fallara ninguna medida de seguridad y reveló que el accidente se debió a «un resbalón totalmente fortuito». «Llevaba botas antideslizantes y ocurrió. Le podría haber pasado a cualquiera», señaló.

Asismismo, agradeció el trato recibido en los centros hospitalarios de Can Misses y Santa Fe, donde le han tratado «como una familia» y recuerda especialmente la visita del presidente de la Mancomunidad de Municipios, José Manuel Marí, y del alcalde de Sant Joan, Antoni Marí ‘Carraca’, municipio donde reside el accidentado.

A pesar de ello, reconoció que pasó por momentos difíciles durante su ingreso hospitalario, donde aún oía los gritos de su compañero Juanito o los de los cerdos. «Me dijeron que ahí no estaban y que si continuaba con esas visiones, me intubarían de nuevo», lo que parece que le hizo reaccionar.

Alta hospitalaria

El pasado lunes, Torres recibía el alta hospitalaria, pero aún le queda un largo camino en su proceso de recuperación.

Además de tener que restablecerse de sus quemaduras, debe recuperar la movilidad tras un mes postrado en una cama.

Afirma que la peor molestia la sufre bajo las rodillas, donde tuvieron que realizarle sendos injertos de piel debido al tiempo que transcurrió entre el accidente y el momento que le pudieron liberar de sus botas, para lo cual tuvieron que emplearse unas tijeras.

A pesar de lo vivido, Torres no solo se muestra optimista sino que además exhibe un execlente buen humor al decir que las secuelas del accidente le han dejado la piel «un poc rostida».