Diversos expertos en psiquiatría y psicología consultados por Efe han apuntado que el copiloto alemán del avión de Germanwings siniestrado en los Alpes pudo padecer una patología mental muy oculta que las pruebas psicotécnicas no habrían detectado.

Esta hipótesis se apunta como una de las posibles causas del comportamiento incomprensible y presumiblemente suicida del copiloto, aunque los especialistas indican que sería necesaria una mayor información y más detallada para poder explicar por qué Andreas Lubitz llevó el avión hacia la catástrofe y además ocultó su baja médica por tratamiento psiquiátrico.

El presidente de la sección de Psiquiatría del Colegio de Médicos de Cataluña, Lluís Albaigés, ha indicado que, en su opinión, el estrés no sería el desencadenante directo de la acción del copiloto y que el joven padecería una patología no detectada.

Una pista de esta teoría es el hecho de que en la caja negra del avión se oye hablando al comandante y a su copiloto con normalidad hasta que el primero se va, según explicó ayer el fiscal de Marsella (Francia) en rueda de prensa.

«Habría que conocer la biografía del copiloto, sus comportamientos y maneras de funcionar, sus manías, y también detalles sobre la depresión que, al parecer, padeció para poder establecer un diagnóstico», indica el psiquiatra.

Es posible, ha especulado Albaigés, que las pruebas que se le realizaron al copiloto por parte de la compañía alemana no fueran suficientemente «afinadas» para detectar la supuesta patología que padecía o bien que estuviese tan oculta que fuera difícil detectarla.

Por su parte, Guillem Feixas, catedrático de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona (UB) considera que «la clave» de la conducta de Andreas Lubitz está «en su propia caja negra, en su cabeza».

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«Desde fuera, nos resulta incomprensible el comportamiento de estrellar un avión, pero quizás el joven tuviera 'sus motivos', aunque no hay ninguna indicación clara de un patrón de transtorno visible», ha señalado.

El catedrático de Psicología considera que en profesiones de tanta responsabilidad como la de piloto de avión la formación técnica y los test psicotécnicos cada ciertos meses no son suficientes y que sería deseable que contaran con programas específicos para afrontar el estrés laboral.

Cuando las personas expresan, comunican y comparten las preocupaciones, las consecuencias negativas que se pueden derivar de sus actos disminuyen, argumenta el catedrático de la UB.

También considera positivo el comportamiento de los tripulantes de otra compañía aérea en la que ha viajado recientemente y que dan la bienvenida a la nave y miran a la cara a los pasajeros, un comportamiento que denota empatía y una clara voluntad de comunicación.

El decano del Colegio de Psicólogos de Cataluña, Josep Vilajoana, ha indicado que la conducta del copiloto es de difícil predicción y que esta institución trabaja con el Ministerio de Fomento para «afinar» las pruebas que deben superar las personas que tienen trabajos con una alta responsabilidad, como los conductores de trenes y de aviones.

Apuesta por que los pilotos pasen controles incluso poco antes de volar, diseñados para detectar posibles transtornos, aunque recuerda que todas las pruebas «no afinan tanto como para predecir todas las conductas».

El trabajo en equipo, precisa, hace disminuir la mala praxis, por lo que cambiar la actual legislación y obligar a que dos personas permanezcan siempre en la cabina de los aviones es una necesaria y buena decisión, a su juicio.