El acusado, ayer por la mañana, en el momento de llegar al edificio judicial. | Toni Escobar

La denunciante no compareció y tampoco lo hizo el testigo, de forma que la juez del Juzgado de lo Penal número 1 de Eivissa, Clara Ramírez de Arellano, no tuvo otro remedio que absolver ‘in voce’ al agente de la Policía Local de Vila acusado de abusos sexuales.

En esta ocasión –ha sido juzgado y condenado en otras dos ocasiones–, el agente debía responder por la presunta comisión de un delito de abuso sexual que habría cometido sobre una mujer el 8 de enero de este año por la noche.

Según la denuncia y la acusación pública, el agente se estaba masturbando dentro de su coche cuando pasó una mujer y salió de su coche e intentó agarrarla. «Mira cómo estoy», señalan los escritos de acusación que dijo este hombre a la mujer mientras la agarraba y después la seguía. El ministerio público pedía dos años de prisión por este hecho.

Nada más empezar el juicio, el acusado dijo a la juez: «Es falso, ni siquiera abrí el coche, sólo estaba mirando el móvil». «Ella quería hacerme daño, me siento víctima de una larga conspiración, alguien le pagaría [a la mujer]», dijo el agente, que aunque está de baja laboral aún forma parte de la plantilla de la Policía Local de Vila. Sobre él pesan unas 20 denuncias de mujeres que dicen que se masturbó en el coche delante de ellas.

Tras responder a la juez, el acusado se acogió a su derecho a no declarar, por lo que tanto la representante del ministerio público como su abogado se abstuvieron de preguntar.

La juez señaló que tanto la denunciante como el testigo se encontraban en paradero desconocido, por lo que dictó sentencia absolutoria.

La primera condena contra este hombre data de 2012. El juzgado de lo Penal número 2 le impuso una condena de un año y medio de prisión y una orden de alejamiento de la mujer que entonces era su pareja.

A una menor

El agente fue de nuevo a juicio en febrero pasado y quedó probado que seguía a una menor de edad desde 2007 con su coche y durante años y se masturbaba delante de ella de forma reiterada.

El ministerio público reclamaba una pena de tres años y medio de cárcel, pero logró evitar la prisión con una sanción total que rondó los 12.000 euros.